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Tercer Concurso de Cuento Corto: Dioses entierran todos los días





Dioses entierran todos los días

Pensar que no somos más que simples esclavos, condenados por el destino a ser lo que debemos ser. La montaña ha de ser montaña y cederá si así lo amerita la causa. El árbol ha de ser árbol y firme ha de vivir a menos que se le arranque. Los animales igual, nacer, crecer, reproducirse y morir. Nada más queda. Al otro, al ser humano, en cambio, corresponde la libertad: el ser humano está condenado a ser libre y ha de creerse libre y hacer todo lo que le plazca a menos de que se le imponga otra cosa. Todas las cosas y todos los seres, poco importan en proporciones universales.

A las cosas pequeñas –que son todas- acaecen pequeñas cosas. El universo aburrió a los dioses y, siempre en búsqueda de distracciones, todos murieron. Pocos lo saben pero, toda vida es eterna. Es a los testigos de la muerte a los que les parece de otra manera, no a los muertos. Como si no bastaran las ironías y contradicción: también la muerte es eterna. Aunque todo carezca de excelso valor, el registro universal es perpetuo. Sin embargo, existe una interesante diferencia en lo que respecta a la vida del universo, es eterna y no habrá testigos que discrepen. El punto es, todos fuimos, contradicción o coherencia, todos fuimos.

Cuando llegue el explosivo diluvio y se aburran los dioses de estar muertos, habrá otro universo. Entonces, una vez más habrá destino y seres a este sometidos. La vida no será la misma ni lo será el universo. Así es como todas las cosas son eternas respecto a su propia finitud. No existe más que la vida propia, que al ser propia es eterna, aunque sea irrelevante. En el ocio rutinario, no existe más que la inercia absurda, de la consecución de los eventos. Pobres dioses, que todo han probado e inventado, y nada alivia sus ansias de novedad. En rincones de su propio universo, mueren cada tanto de hambre los dioses.


A. C. BOWGE

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