Lecciones de
ortogravida
“Te quiero
contar acerca de mi vida en los últimos meses. Han cambiado algunos
de mis pensamientos y posturas frente a la vida, hoy te encuentras
ante a otra persona, aunque esto es algo natural en la sociedad,
todos cambiamos una y otra vez. Pero lo que pasa conmigo es la
consciencia de la evolución, he reflexionado y me he encontrado con
distintas teorías que tratan de dar sentido a mi vida, y por algún
motivo, llego a la conclusión… que:
Te quiero
conmigo, mas sin embargo, tengo miedo de tu negativa. No encuentro el
momento oportuno para confiarte esto que pasa por mi mente, claro que
apenas caigo en cuenta que no hay momento oportuno; que siempre
existirá ese miedo latente; que lo debo hacer con miedo; que no
puedo aplazar esto.
Te aclaro que la
decisión que tome hace algunos meses, no trae para mí un
arrepentimiento, pues el tiempo en que no hemos continuado juntos, lo
he utilizado para crecer. Esto es muy importante, es de resaltar.
Ahora me tiemblan
los dedos al escribir en el ordenador, es algo que no puedo
controlar, es una reacción típica de mi nerviosismo ante
situaciones incomodas. Y claro que esta es una de ellas.
¿Y sabes por qué
tengo miedo de confesarte esto? ¡porque sé que tú, como yo,
también has cambiado! y mi mente no es más que una maquina creadora
de ideas vagas que atormentan mi cuerpo.
No sé qué más
escribir, ahora te voy a escribir.
Al final del día
serás o no serás, y si lo primero ocurre no escatimaré esfuerzos
para acrecentar la pasión. Si pasa lo segundo, te titulare como "una
persona a olvidar" y mi actuar recalcará dicho título.
No me importa
perder el orgullo como algunos lo llaman, pues hoy busco
tranquilidad. Frente a ti no me importa perder algo, ya que gané
estas letras.”
Esa fue la carta que
Alfonso Quintana leyó a su ex, Susana Quiroz, mientras la miraba a
los ojos. Al terminar de escuchar semejante declaración, ella
respondió.
-No se dice “mas,
sin embargo” deberías corregir eso-.
-Gracias por la
corrección. - respondió Quintana. Mientras tanto, en su mente
exclamaba-¡Maldita perra, haciendo sus correcciones de forma sin
detenerse en el contenido! ¡Maldita, maldita ortografía!
Howard
Gastelbondo.
Comentarios
Publicar un comentario
Tus comentarios enriquecen nuestra Biblioteca ¡Gracias por Visitarnos!