Tercer Concurso de Cuento Corto: Hijo del diablo.





Hijo del diablo.

Usnavy Flores Tenía 74 años y vivía en Ayacucho, Perú. Ayacucho es conocida como “la ciudad de los templos” y Usnavy, como fiel hija de Dios, visitó todas y cada una de las iglesias de su ciudad. Llego a pedir pan para el desayuno en la Basílica Catedral y fue en numerosas ocasiones a reconciliarse con Dios en el templo de santo Domingo. Vivía con sus dos hijos Rosa María y Luís, además llevaba un año rentándole un cuarto a su hermana Mireya. Con sus hijos compartía casa, alimento, santos y a su Dios, pero ellos no habían heredado con tanta firmeza su devoción, les faltaban iglesias por visitar.

Una mañana en la que Usnavy se fue a misa, Rosa se había quedado en casa preparando un aguadito de pollo que su madre le recomendó para el almuerzo. Rosa le echó al pollo una vasta cantidad de ají, sabiendo cuanto le gustaba a su madre un almuerzo picante los domingos. Lo raro es que a diferencia de otros días a Rosa no le molestaba el olor. Esta vez era agradable y dulce, percibía un sabor a miel virgen que parecía fluir de entre las grietas de sus delgados labios. Mientras trataba de comprender lo que pasaba, en el marco de la puerta una figura celestial le comenzó a hablar. Tenía los ojos celestes y unos crespos dorados decorándole la cabeza. Rosa no lo dudó un segundo y dejó caerse sobre sus rodillas, arrepintiéndose por todos sus pecados, los cometidos y los que pudiera cometer. La figura sin mover los labios le habló y con poca empatía, pero suma belleza, le encomendó la tarea divina, debía matar a su madre ya que esta daría a luz a un hijo del diablo. Rosa lloraba y le juraba a la figura que su madre era una santa, que ella no traicionaría a Dios de esa manera, que algo más podía hacerse, pero la figura solo la miraba con un rostro totalmente inexpresivo que reflejaba la negativa a aquellos peros. De nuevo sin mover los labios el ser le prometió que luego de una hora de realizada la tarea, su madre se levantaría de entre los muertos con total felicidad sabiendo que su hija había cumplido con un encargo impuesto por Dios.

Usnavy llegó a su casa y al tercer paso se sintió rodeada por los brazos de su hija, que de un jalón le torció el cuello. Al ver a su madre convulsionando en el suelo, Rosa no podía parar de llorar y gritar así que de inmediato su hermano y su tía salieron de sus habitaciones para ver lo que ocurría. Ellos también gritaban desesperadamente, así que rápidamente Rosa fue por un cuchillo a la cocina y al volver, de un tajo, le abrió el estómago a su madre. Enseguida comenzó a hurgar entre las entrañas que el cuchillo le dejó ver, tratando de dar con la criatura que, se supone, su madre traería al mundo. Su tía corrió enseguida a la calle con un pequeño Luis desmayado en sus brazos y desde la casa de una vecina llamó a emergencias. La figura celestial, esta vez hablándole al oído a Rosa, le dijo que escondiera los órganos de su madre y le pusiera ropa limpia, esta sería la parte final de todo.

Antes de que pasara una hora del acto divino, la policía ya había llegado a la vivienda encontrando a una Usnavy despojada de todos los órganos de su estómago y a una Rosa bañada en ellos. Mireya contaba la historia a los agentes y entre todos se miraban con cara de perturbación e incredibilidad. Se llevaron a la familia a la estación de policía y Rosa a lo lejos podía observar como la figura celestial, con una sonrisa de oreja a oreja, se iba desmoronando poco a poco.Usnavy visitó cada iglesia de Ayacucho en el transcurso de su vida,  pero eso no impidió que un domingo en la tarde, bajo el cielo de la ciudad señorial, diera luz a un hijo del diablo.


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