Tercer Concurso de Cuento Corto: Secuencia desafortunada





Secuencia desafortunada

Hace algún tiempo, los celulares de marca china por lo general tenían la capacidad de repetir señal de tv abierta, Jorge tenía uno de ellos y siempre chicaneaba con éste. Él era mi amigo, un amigo participe de un mundo de delincuencia, de un mundo obscuro.

Un tres de mayo, cuando llegó a mi casa con cara de muerto, noté que no hacía gala de su celular, entonces le pregunté qué pasaba. La respuesta al interrogante fue una anécdota que él mismo Jorge protagonizó. Anécdota que no pude pasar por bajo, y que traigo a continuación.

En un día caluroso en la ciudad de Cali, nuestro protagonista abordó un taxi, el cual tenía por destino su hogar. Jorge tenía un rito muy de él, consistía en bajarse del taxi sin previo aviso y correr sin más ni más, todo por ahorrarse unos cuantos pesos. Ese día, y el taxista, fueron testigos del rito sagrado.

Al emprender la huida, el conductor entró en persecución del pillo. Jorge sentía que le iba a alcanzar en cualquier momento, por eso tuvo que tomar medidas urgentes, ¿qué medidas? Nada del otro mundo, esconderse en una casa cualquiera.

Cuando estuvo dentro de la casa que había elegido para salvarse del taxista, de la nada se presenta una anciana, la cual, exaltada, exclama voces de auxilio. Esas voces tendrían efecto, ya que aparecieron cómo en la típica novela colombiana, dos “macancanes” que llegaban al lugar de los hechos para ser justicieros. Jorge tuvo que huir de nuevo, pero el panorama era desalentador. Ahora eran más seguidores al acecho.

Pero a la final, lo alcanzaron

Cómo lo tuvieron es sus manos lo llevaron a la estación de policía para que fuese acusado por la ley. Después de las acusaciones por robo indirecto e invasión de propiedad, teniendo en cuenta que no presentaba antecedentes penales- algo curioso-, Jorge logró un acuerdo. Todo se resumía en la entrega del celular chino al taxista, en pago de la carrera, ese celular que repetía señal de tv, si, aquel celular con el que tanto chicaneaba. El celular por la libertad. Quid pro quo

Cuando contemplaba la liberta se le presentó otro problema y era la lejanía a su hogar, así que tuvo que pedirle descaradamente al taxista que lo llevara. El taxista por algún motivo u otro accedió. Cuando iban en camino, se chocaron con otro auto, vaya día. Jorge se ,resignó y fue caminando hasta su casa, igual ya no quedaba mucho recorrido.

Cuando llegó, tomó un baño, se lavó los dientes, y se recostó en la cama. Mientras estaba en la cama pensó en el mal día que había pasado, y que saldría a la calle para buscar algo de producción. Palabras más, palabras menos: a robar

Estando en la calle, observo a una anciana víctima y cómo león hambriento abordo a su presa, y para que el dos de mayo no se borrara nunca de su cabeza, la presa reveló el rostro de… su abuela. - ¡Qué estás haciendo por dios! - Gritaba la abuela. Jorge hasta el día de hoy le manifiesta a su abuela que era una pequeña broma, pero sabe que la presa no le cree del todo, cosa que tampoco le importa mucho a él.

Y cada de dos de mayo lo celebra a rabiar como el día de.

Una secuencia desafortunada”.



Howard Gastelbondo

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