MI AMIGA
Ambos éramos muy
unidos. Cuando amanecía, mi madre me daba el desayuno, me hacía
bañar e ir al colegio; en las tardes, después de hacer tareas, por
fin podía ir a su casa a jugar, ella me recibía sonriente, pese a
que le faltaban tres dientes del frente; su gato Zaz tan apegado a
ella como aquella libreta que siempre cargaba debajo su brazo —ella
era un poco olvidadiza— me miraba con ojos de vigía cuando me
acerba a ella en son de paz para darle su beso de saludo.
Tanto ella como yo
amábamos los libros de investigación, jugábamos a que ella era
Sherlock Holmes y yo el Doctor Watson, pero debido a la nefasta
memoria de mi amiga, terminábamos buscando en vez del culpable del
robo de las joyas, las pastas de mi amiga que se debía de haber
tomado unas horas antes.
Mi amiga y yo no
solo compartíamos gustos, sino también disgustos, ambos odiábamos
los vegetales, la oscuridad, los remedios, de mismo modo odiábamos
que fuéramos tan enfermos, yo tenia asma y mi amiga poseía un
sistema inmunológico algo débil, es por lo que ella mantenía en
casa.
Mi amiga dormía
mucho, algunas veces cuando veíamos televisión, sus ojos se
cerraban lentamente, mientras, yo con mucha delicadeza y agilidad
intentaba quitarle el control de sus manos, de repente ella me
asustaba y decía:
—¡EY! Solo estaba
descansado los ojos, no estaba dormida.
Yo como estaba
acostumbrado a esa rutina, la segunda vez, simplemente me paraba a
cambiarlo manualmente y esperaba a que ella se levantara, visto que
la señora que cuidaba de ella me decía que no la despertase.
Ella, mi amiga,
tenía muchas historias siempre que contar, en una decía que había
sido cuidadora en un zoológico, que había tratado con muchos
animales y que en esos estaba su esposo que había fallecido unos
años atrás, yo nunca entendía sus historias, pensaba que eran
parte de alguna película que se había visto sin mi y tal vez me la
estaba contando con el fin de hacerme perder el tiempo, mi amiga era
algo rara, pero era la mejor compañía que tenía, pues ella, mi
amiga, me entendía.
Así pasaba el
tiempo en aquellos días, aun los recuerdo a pesar de mi corta edad.
Unos días después, antes de cumplir yo 9 años, mi madre me dio la
noticia más dolorosa de mi vida, mi amiga, mi gran amiga había
fallecido en el hospital mientras yo estaba en el colegio, yo no
sabia que pensar, mi madre me llevo al entierro, lloré mucho esos
días…
Ella era mi abuela,
no dejo de pensar en todos esos buenos momentos que pase con ella,
recuerdo su sonrisa, la bella sonrisa con la que me recibía aun
sintiendo todos esos dolores, recuerdo su libreta, la libreta en la
que apuntaba mi nombre para que el alzhéimer no lo borrara de su
cabeza loca, recuerdo sus ronquidos, los ronquidos que hacía de ese
sueño tan profundo en el que caía sin saber que algún día entre
esos repentinos sueños habría uno en el que no iba a despertar mas.
—Mortimer
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