No hace mucho tiempo, en una
pequeña aldea, vivía un cazador muy pobre y solitario que había caído en
desgracia. Tanto soñaba ser rico y poderoso que invitó al demonio a jugar
póker, el perdedor entregaría su alma a cambio de aquello que su corazón deseaba,
así se firmó el pacto. Aquel leñador llamado Maikel consiguió gran fortuna y
poder.
Un día, estaba en una cantina,
cuando llegó una hermosa mujer vestida de blanco. Maikel le dijo:
-
¡Que bella eres! ¿qué tomas?
-
Lo que sea. Sólo vengo a recogerte. Soy
Avaritia, la Muerte.
Un frio recorrió su cuerpo; es
broma, pensó. Ninguna mujer se había resistido a sus encantos. Alzó la mirada y
vio que nadie más quedaba en la cantina. Tomando una baraja de cartas, Avaritia
le dijo:
-
La muerte no es cuestión de azar. Deja que me
divierta un poco...
La Muerte dejaría vivir a Maikel
sí un animal del bosque quisiera tomar su destino, volvería en cinco días.
Maikel conocía perfectamente el
bosque. Primero visitó al pavo real; trató de convencerlo de ser humano, rico y
poderoso, a lo que este respondió:
-
Los humanos tienen un solo color del plumaje, no
pueden revolotear, no comen gusanos, son seres estúpidos.
Decepcionado, Maikel pensó que el
pavo real era demasiado tonto para querer dejar de serlo. Pensó entonces en el
armadillo; trató de convencerlo, y este respondió:
-
Los humanos no viven bajo tierra, no tienen
caparazón, no salen en la noche, son seres estúpidos.
El armadillo es demasiado tonto,
pensó. En ese momento, una lechuza se acercó:
-
Soy Liania. Imagino como te sientes, todos te
han rechazado. Pero, conozco a alguien que desearía ser rica y poderosa. Bella,
la serpiente.
Bella era una serpiente que
deseaba cambiar su vida, odiaba ser diferente por no tener plumaje ni
caparazón, ni saltar como rana; siempre había admirado a los humanos, capaces
de dominar a todo animal.
-
¡Claro que sí! Estoy harta de ser una simple
serpiente, soy el ser más feo, todos me huyen.
Al día siguiente, Maikel acompañó
a Bella en su realidad. Cazar no era fácil para ella, pero de lo que consiguió,
alimentó a Maikel. Bella hacía lo posible por agradarle a todos los animales
del bosque, pero hasta aquellos de su misma especie huían. De repente apareció
Liania:
-
¿Sabes? Bella y tu son muy parecidos. Era una
persona muy orgullosa, amaba la riqueza y el poder.
-
¿Me estás diciendo que fue humana?
-
Si, pero no lo recuerda. Perdió con la Muerte, y
lo mismo te pasará a ti. Aunque nunca fue feliz porque lo que realmente deseaba
era...
En ese momento, llegó Bella y
Liania se fue. Llegada la tarde, Maikel vio a Bella contemplando el atardecer
como si del mejor premio se tratase. Descubrió en ella algo intrigante que no
había visto antes, un dulce pincelazo de esencia humana en su mirada de
serpiente. Se acercó a Bella y sintió el impulso de entonar una canción con la
sorpresa de que ella lo acompañó cantando. Pasaron horas hablando, bailando y
riendo, llegaron a ser muy cercanos. Nunca Maikel había vivido momentos tan
agradables. Algo desconocido estaba empezando a pasarle...
Los días siguieron y ambos
disfrutaban de su compañía, pero el momento llegó; Maikel le dejó a Bella su
más preciado amuleto. Era media noche y el demonio se hizo presente, Maikel lo
había resuelto
-
El trato era su alma a cambio de lo que su
corazón deseaba.
-
¿De qué hablas?
-
El corazón de Bella no quería riqueza y poder,
deseaba amor, pero el demonio no puede dar algo que ignora. Incumpliste tu
parte, perdiste. Debes regresar su alma.
Maikel lo había entendido, el
demonio necesitaba de él para quedarse con el alma de Bella. El demonio siempre
ganaba en azar, así que no tuvo en cuenta qué pasaría sí incumplía el pacto.
Desapareciendo en una nube negra, el demonio entregó las almas y al no tener
corazón, no tuvo deseo alguno.
Pero, el mundo no puede existir
sin demonio, Maikel tomó su lugar por siempre. Bella se quedó con su amuleto y
él se quedó con Bella.
Fin…
Me encanta!!
ResponderEliminarEspectacular! ❤️
ResponderEliminarQué hermoso 💖
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