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-Señor,
me gustaría saber su nombre, su edad, y cómo llegaron ustedes a
esta prosperidad idílica.
-Mire
joven, mi nombre y mi edad no importan, lo que necesita saber es cómo
funciona el sistema electoral del ex-presidente mermelada. La idea
fue tan revolucionaria que se ganó un nobel por eso, y no es para
menos, nos sacó del tercer mundo y nos puso entre las naciones más
prósperas. Ahora muchos países quieren copiar el método esperando
resultados similares. Seguro su país es uno de esos ¿no?
Todo
empezó con la reforma a la constitución. En mis tiempos, los
tarjetones electorales solo mostraban dos colores ¿si me entiende?
eran azul y rojo, el poder lo tenían solo dos partidos y ellos
ponían los candidatos. Eso significaba que el día de la votación
uno podía elegir entre tamal y sancocho, a veces entre arroz con
pollo y albóndigas, pero todo fue diferente después de la enmienda.
Según las nuevas leyes, cualquier ciudadano podía fundar un partido
político y competir en cualquier contienda electoral. No hay límite,
uno solo puede conformar un movimiento y batallar por su cuenta en
las urnas.
Lo
que nadie anticipó fue que la compra de votos aumentaría. El primer
año no hubo mucha diferencia, los candidatos distintos a los de los
partidos tradicionales fueron pocos, pero triunfaron y sentaron un
precedente, mostraron que se podía ganar. Dos años después en la
elecciones presidenciales hubo 1230 candidatos. Nadie sabía qué
hacer o por quién votar. Ni los más ilustrados expertos pudieron
predecir los resultados.
Quien
ganó esa vez fue el señor de las guayabas. Unos gringos le
cancelaron a última hora un enorme pedido de dulce así que se
inscribió como candidato. Tras aliarse con un vendedor de lácteos
(quien sería después el vicepresidente) repartió dulce con queso
por todo el país y se hizo tan popular como las comidas para
microondas del ex-presidente motosierra. Más de uno estuvo a punto
de volverse diabético por tanto soborno y, aunque algunos no
disfrutaban mucho el dulce, al final fueron más los amantes al
azúcar y don guayaba ganó con poco más de la mitad de los votos.
Por
supuesto ya nadie le dice don guayaba, ahora es el honorable
ex-presidente guayaba, último presidente en llevar un apodo no
relacionado con dinero. La razón es muy simple, después de que
ganara el tradicional dulce las estrategias de campaña fueron más
agresivas; la comida no bastaba, para ganar los políticos empezaron
a ofrecer plata. El primero fue el ex-presidente luka, sucesor de don
guayaba, él te daba almuerzo y mil pesos para un bareto, o una sal
de frutas, cualquier cosa que te ayudara a seguir comiendo cuando
estuvieras lleno. Su campaña fue tan efectiva que después de su
gobierno, cuatro años más tarde, las comidas se olvidaron por
completo y se compraron votos solamente con dinero, mucho dinero. Esa
vez nos inventamos las subastas de votos ¿si lo ha escuchado?
Fue
así como una elección después ya estábamos en el gobierno de “el
banquero”. Ese nos dio un millón a cada uno y después nos dieron
100 millones en la siguiente elección. Bueno, eso nos dio el ganador
porque uno también podía arrancarle unos milloncitos a los demás.
Esos tipos terminaron siendo los más pobres, todos, ganadores y
perdedores, ¿qué bolsillo aguanta ese trote?
Mire
que aquí somos muy nobles, sobre todo la gente de la costa. En el
puerto, que era donde mejor sobornaban, hicieron megacolegios,
parques de diversiones y un acueducto de tubos dobles, uno paraagua
común y el otro para mercurio. El último alcalde lo construyó para
que los porteños pudieran explotar por su cuenta el oro que arrastra
sus ríos. La gente quedó tan agradecida con su labor que una noche
le rompió los vidrios a las casas de los dirigentes. Al principio
ellos se asustaron claro, pensaron que eran piedras lo que tiraban,
pero eran lingotes. Se les había acabado el dinero por traer el
famoso circo de elefantes blancos para las fiestas. El pueblo lo
sabía y no podía permitir que los pobres se murieran de hambre,
había que darles algo con lo que pudieran comprar desayuno cuando
amaneciera.
Gerente
general C.F.C.
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