SIMPLEMENTE DEBES
VIVIR
Aquel día
valientemente me animé a preguntarle a mi abuela: ¿Por qué las
personas no son felices?... Pues me intrigaba desde hace mucho. Ella
simplemente sonrió y algo desconcertada respondió:
-“¿No eres un
poco joven para preguntarme eso? ¿Acaso hay algo que te molesta?”
-¡Claro que no
abuela! ¡Yo soy muy feliz! Puedo jugar después de la escuela, comer
muchos dulces, ver caricaturas en la televisión, y mamá sonríe
cuando le muestro mis dibujos.
-“Ya veo,
entonces… ¿por qué lo preguntas?”
-Es
que pronto cumpliré diez años y me quedará poco tiempo de
felicidad, los adultos siempre están quejándose de lo difícil que
es la vida y ¡No se ven para nada felices! Así que me gustaría
saber cómo hacerlo de la forma correcta; solo sé vivir como lo
hacen los niños y no quiero convertirme en alguien que no sonríe
mucho. ¡Me gusta divertirme!
-“Entiendo mi
pequeña. Sabes no se la forma correcta de vivir, y tampoco tengo un
manual para ello; pero… ¡Si puedo contarte la historia de una
mujer que se preguntó exactamente lo mismo!”
-“Aquella
chica tenía 23 años cuando se dio cuenta de lo difícil que era la
vida, y que los sueños no siempre se hacen realidad. Provenía de
una familia no muy adinerada; quiso estudiar historia y ser maestra
pero no tenía la capacidad económica para entrar a una universidad.
Soñaba con tener una familia pero la persona que quería nunca la
amó, no era una mujer que destacara mucho por su belleza. Aun así
término casándose con un hombre por el que solo sentía un profundo
aprecio; pues siempre temió no encontrar a alguien más y quedarse
sola. Poco tiempo después tuvo una hija a la cual llamo Anna, era la
luz de sus ojos y hacía que su mundo fuera perfecto, a pesar de no
haber logrado lo que quería. Pero la vida parecía no estar de
acuerdo en que fuera feliz, pues Anna murió tiempo después a causa
de una enfermedad respiratoria. Su esposo la culpo por ello y termino
dejándola. Intento suicidarse dos veces pero no tuvo éxito, siempre
llegaba alguien a salvarla. No sabía que debía hacer, su vida no
tenía sentido y al parecer tampoco podía morir. Paso mucho tiempo
sintiendo lastima de sí misma, dejó de comer y eligió un encierro
voluntario: ¿Por qué todo debe ser tan difícil? -se dijo a sí
misma-; pues se lo había imaginado pero realmente era mucho peor.
Solo tenía dos opciones, aceptar lo que había pasado y seguir
adelante o simplemente esperar que la muerte se apiadara de ella”.
-“¿Qué crees que
eligió?”
-No lo sé abuela
después de todo lo que tuvo que pasar, vaya… que es difícil, si
tan solo hubiera luchado por sus sueños, ¡quizás su vida sería
diferente!
-“¿Eso crees?...
Pues yo pienso, que si ella no hubiera tenido que pasar tanto
sufrimiento, no sería la persona que es ahora. Y no tendría una
linda nieta que pregunta cosas que no están acorde a su edad”.
Me quedé asombrada
ante tal revelación, y al ver su expresión vacía mientras miraba
fijamente la ventana, quise preguntarle si lamentaba las decisiones
que había tomado. Ella simplemente sonrió y dijo en un tono cálido
que no tenía razones para hacerlo, lo había hecho lo mejor que
podía en aquel entonces y eso hacía que se recordara sin
resentimiento. Era capaz de mirar con bondad y ternura a la mujer que
intento cambiar las cosas, aquella mujer que con sus acciones la
llevó a un lugar que no fue el de sus sueños; pero que quizás era
en el que necesitaba estar. Por último dijo:
-“No siempre lo
que deseamos es lo que necesitamos, la vida lo sabe y entonces cuando
nos perdemos hace todo lo posible por hacernos retomar el camino. No
te resistas mi pequeña niña disfruta cada experiencia. Nada es tan
malo ni tan bueno como parece, cada cosa que hagas, hazlo lo mejor
que puedas y no odies lo que eres o lo que fuiste. Siempre estarás
donde debes estar, no te preocupes por nada más. ¡Así que,
simplemente vive y se feliz! es lo único que debes hacer”.
Autor:
Margi
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