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Concurso de Cuento corto: La Paz se hace letra 20.17: EL COCTEL1




EL COCTEL1

A sus treinta años era uno de los arquitectos más importantes del país. Era innegable el empeño y la dedicación con los que trabajaba y los que impulsaron su carrera, pero la popularidad de su nombre y su fama crecían en paralelo que su adicción a las drogas, las cuales habían empezado a consumir de manera recreativa, pero ahora parecía que era la única forma en la que podía desinhibirse y lidiar con el estrés de su cargo.

No había podido pegar el ojo en toda la noche, encontrar a aquella chica en su apartamento lo había dejado perplejo. Ella había intentado asesinarlo, aduciendo que él la había violado.

No se acordaba de nada, su cassette se había borrado, pero era imposible que él obligara a alguien a costarse con él y mucho menos que tomara a alguien por la fuerza, no era necesario con su atractivo y fama, era irresistible para todas las mujeres que se cruzaba, no necesitaba buscar a ninguna, porque ellas siempre estaban servidas para él.

Esta vez llegó a la oficina nervioso, intentando concentrarse en el cierre del proyecto del parque central, pero su mente no dejaba de divagar. ¿Qué podía suceder sí esto se sabía? No solo tendría que ir a prisión, sino que además toda su carrera la iría al traste. Se echaría a perder no solo su esfuerzo sino además un talento innegable con el que contaba.

La chica no pudo ocultárselo a su pareja, él era uno de los obreros del nuevo hospital ubicado al sur de la ciudad para las clases menos favorecidas, proyecto que lideraba el arquitecto.

A pesar de estar prohibida las relaciones entre empleados, por un rumor de necesitar personal había logrado ubicar a su mujer en la oficina central de la constructora como auxiliar de servicios generales. Ambos habían sido novios de toda la vida, pero migraron a la ciudad en busca de mejores oportunidades y con la idea de casarse muy pronto. Dentro del trabajo aunque era poco lo que se podían ver fingían no conocerse, pero afortunadamente los dos estaban vinculados laboralmente, y todos los sueños armados hasta ahora parecían más reales con el correr de los días.

El obrero había sospechado que algo no iría bien durante el día. Era muy supersticioso y había tenido un sueño tan horrible que había tratarlo de olvidarlo durante el transcurso del día. Llegar a casa representaba para él un aliciente. Sin embargo, la llamada de su mujer diciendo que llegaría tarde, a causa del coctel de cierre del proyecto del hospital donde ella participaría como mesera lo dejó mucho más intranquilo. Reconocía que necesitaban el dinero, pero hubiese dado todo lo que tenía porque ella no realizara dicha labor.

Al verla llegar con moretones y la ropa rasgada no necesitó explicaciones para saber lo que había ocurrido. Ella le contó con mucha dificultad, más dolor emocional y rabia que dolor físico, que el arquitecto había insistido en llevarla a casa y aunque se negó, la tomó por la fuerza y la subió al coche. Unas cuadras más adelante ante los gritos y el llanto, la tiró en un terreno “escarpado” y abusó de ella. Cada uno sin contarle al otro decidió vengarse.

Pasaron algunos días, la pena y el dolor físico no dejaron a la mujer levantarse de cama, cuando tuvo las fuerzas fue hasta el apartamento del arquitecto y con un arma rentada le apuntó, pero no fue capaz de herirlo. Ante esta aterradora escena, él solo pudo llamar a la policía y tratar de dormir sin lograr conseguirlo.

Era un día crucial, por fin se cerraría el proyecto del parque central, diseñar un parque para la ciudad había sido uno de sus mayores sueños. Para la firma del contrato estaban no solo el secretario de desarrollo urbanístico, sino además el Ministro de Hacienda.

El obrero llegó primero y lo esperó con calma en recepción. El arquitecto aceptó hablar con él en su oficina, pero al momento de cerrar la puerta le recordó calmadamente lo ocurrido. Ante la desesperación del arquitecto y su intento por salir huyendo, el obrero lo detuvo y reivindicó lo ocurrido a su mujer apuñalándolo reiterativamente en el vientre.


Maru

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