El susto de mi vida — ¡Les juro que no es una broma! La voz hizo eco alrededor de la cueva. Dos pares de ojos observaban fijamente en la oscuridad hacia el lugar de donde había salido la voz. A su vez, un tercer par de ojos los observaba completamente abiertos del terror. — ¡Se los dije! No quería venir a acampar pero ustedes tuvieron que ser tan testarudos y obligarme a venir justo el 31 de octubre cuando todos ellos se alborotan más. Quiero irme a casa La voz estaba escandalizada y se escuchaba una respiración agitada. A pesar de la completa oscuridad que reinaba en la cueva, siempre fue fácil para ellos reconocer quienes estaban alrededor. Desde pequeños siempre fueron un trio de amigos muy unidos. Jugando en los jardines, tomando almuerzos juntos, todo era sencillamente calmado. Años más tarde, Becka y Jason decidieron que les gustaban las aventuras extremas y el pobre Harold siempre era arrastrado con el...