Ir al contenido principal

Concurso cuento corto: Fuimos


 
 
Fuimos


Los muertos de este vecindario se cuentan con los dedos de una mano. Sus árboles son recuerdos que entregaron la vida y sus raíces por el bienestar de las tuberías de gas domiciliario. Los antejardines están enrejados para cuidar a los unos de los otros. Las casas crecen y el cielo se achica.

A la 1:00 p.m el sol pega de frente contra las fachadas que miran hacia el oeste. La bruma que cubre el andén se siente sobre los tobillos. Los jardines están prohibidos por los pisos de marmol y baldosa para exteriores. La siesta es un privilegio que un equipazo de sonido puede arruinar.

La niñez es, desde hace pocos años, un fantasma, y las jubilaciones una realidad. La seguridad tambalea y llega ¡la policía! La compañía, cuestión de mascotas. El vecindario muere mientras nos vamos.

Los andenes, cemento inerte, fueron velódromo y patinódromo, cancha y tribunas, tenis rotos y canillas raspadas, pasos al escondite y carreras por el honor, risas a carcajadas y besos robados. Padres tranquilos al televisor y un pedido de silencio al exterior. Fuimos.

Es 1993, la Constructora Normandía convierte plantaciones de arroz, carcomidas por la maleza, en 22 casas, todas igualitas. Dos hileras, 11 viviendas, 3 andenes. Nace la única calle 61c con carrera tercera de Santiago de Cali: mi cuadra.
 

Sr. DobleP

Comentarios

Entradas populares de este blog

Concurso Cuento corto: LA NEGRA CARLOTA

LA NEGRA CARLOTA Ahí viene! La negra Carlota que se pasea por la plaza, los chicos se vuelven locos por su cintura y su cadera. Pero mira que no ven lo que lleva por dentro, se siente triste, absolutamente sola, denigrada y sin dignidad aluna. Por qué todos los días, tiene que salir a vender su cuerpo, para poder mantener a sus ocho hijos. MARIA CUENTO

VIII Concurso del cuento corto, SANTA ELENA CITY

Dicen que estoy loco. Algunos se preguntan cómo terminé aquí, pescando en el caño de la galería Santa Elena. Yo les digo que no es ningún caño, que es un río, pero que ellos todavía no lo pueden ver. Se ríen de mí, tomándome como un caso perdido. Qué más da, sigo en lo mío, tratando de pescar alguna rata en este majestuoso río negro que se extiende por toda la ciudad. ¿Que cómo uno termina viviendo a la orilla de un caño, en medio de la basura y de los adictos? Eso es fácil de responder, toda la respuesta radica en que uno se aburre, se cansa, se fastidia de llevar una vida inalterable. Se cansa de las mañanas en las que te levantas y quieres seguir durmiendo, pero sabes que si sigues durmiendo al rato llegarán las llamadas de tu jefe para preguntarte no cómo estás, sino cuánto tardas en llegar. Un ser humano normal se fastidia del día a día, de la lucha por la supervivencia urbana, de los malos tratos entre nosotros mismos, de los horarios, de las metas que tienes por cumplir. Díganme...

VIII concurso del cuento corto, ¿NO SABES DE SEBAS?

 ¿ NO SABES DE SEBAS? Toda las comodidades posibles su familia le entregó, vistió bonito bajo la luna y fresco bajo el sol, no le gustaba la lluvia y se quejaba del calor; la primera su cabello despeinó, la segunda excesiva transpiración le brindó. Estudió, entrenó y trabajó, pero nada de eso le gustó. Sus parientes le enseñaron lo bueno y lo malo él escogió. Una amistad le presentó la calle y eso sí que le encantó. Conoció una amiga nueva y con ella se quedó, fue un cambio abismal; pasó de su casa a un callejón. La ese se agrandó, ahora se cree un dios, dejó de ver por ojos ajenos y de todo se adueñó. Venía de la nada, pero iba por todo. Las caricias de su madre jamás las aceptó, las de su abuela siempre las ignoró, y los consejos de sus tíos nunca los escuchó. Hasta los quince años de su casa no salió. Si un día quiso aquellos zapatos; mami se los compró Quería estar a la moda; papi lo vistió. Como la e, salió de noche sin saber para dónde fue, vistiendo de negro desde la cabe...