Ir al contenido principal

Concurso cuento corto: ISABELLA


 
ISABELLA

Frente al espejo estaba Isabella, contemplando cada centímetro de su cuerpo mestizo. Era una mujer de estatura media, ojos café claros, cabello negro como la cola de un caballo y bien dotada de nalgas. Esta es la primera vez que a sus 25 años se siente hermosa, se siente amada y llena de vida.


Cuatro años atrás, Pedro compañero de trabajo la invito a salir, Isabella con todo el gusto acepto. Llegaron a la discoteca y ahí estaba Ricardo, un hombre de 30 años, corpulento de estatura media, muy bien vestido y con ojos hechiceros de color miel. Juntos bailaron hasta el amanecer.

Los días pasaron y solo pensaba en el color de sus ojos, en su sonrisa. La sorprendió aquel día en que sonó el teléfono; Ricardo la estaba llamando para que salieran a dar un borondo por la cuidad. Esas salidas duraron varias semanas, riendo y disfrutando cada momento de amor y placer.

Después de dos meses formalizaron todo ante la familia, la cual desde un principio nunca estuvo de acuerdo, porque él tenía cuatro hijos de tres mujeres diferentes, pero a ella no le importaba. En un momento de desesperación Ricardo comenzó a hacer los preparativos de la boda, él no podía ni quería esperar demasiado tiempo para compartir con su amada el resto de su vida, pues quería tener una casa grande para tener varios hijos con ella. Isabella estaba ansiosa que llegara el día que frente al altar se jurarían amor eterno. Era la pareja más envidiada por sus amigos.

Transcurrieron dos años. Años en los cuales sus ojos habían perdido brillo, su rostro reflejaba sufrimiento y dolor. Su alegría caribeña se había marchitado. Isabella ya era una mujer amargada solitaria y rencorosa. Ella solo quería morir, no tenía quien la escuchara y le brindara el amor que siempre había soñado. Las salidas con sus amigos comenzaron a limitarse porque Ricardo no le gustaban los amiguitos de Isabella, para el no existía en la tierra amigos sinceros, pues todos estaban con el interés de acostarse con ella.

Ricardo desde el inicio de la relación comenzó a tratarla mal, le decía que era una mujer fácil, una vil perra la cual no valía ni un centavo. Ella furiosa le gritaba que la respetara, pues para ella no había otro hombre. Arrepentido siempre le pidió disculpas y le prometía nunca más volverlo a hacer.

Eres una mujer que no sirve para nada! eres una momia en la cama! eres tan fea! agradece que estoy contigo porque ningún hombre estaría a tu lado, mira cómo te vistes pareces una viejita, mírate ese cuerpo! en tu casa nadie te quiere porque no vales la pena, eres horrible! Estas eran las únicas frases que escuchaba de Ricardo. Una noche en casa de Isabella sin que nadie se diera cuenta, comenzó a golpearla una y otra vez. Ella nunca le dijo a nadie lo sucedido.

A los tres años y medio de tanto llorar a escondidas, aguantar humillaciones, ultrajes y callando a todo el mundo el infierno que llevaba a cuestas dio por terminada la relación, jurando no regresar jamás con Ricardo.

Llena de miedo, rabia, muchas frustraciones e inseguridad a consecuencia de tanto maltrato psicológico y físico, decidió darse una oportunidad con Martin, un hombre seis años menor que ella. Nunca imaginó que una persona menor la llenaría de ternura, comprensión y amor. Un menor que le enseño a querer desde lo más sincero y profundo de su corazón, la acepto como era sin juzgarla por su pasado. Un menor que le enseño desde su sencillez y facilidad a expresarse sin penas ni vergüenzas. Un menor que la hizo reír desde su ingenuidad de niño. Un menor el cual le enseño a ver la vida sin rencores ni odios. Un menor que le enseño que el sexo no es más importante que los sentimientos. Un hombre que la cuido como a una niña chiquita, loca y desenfrenada.

Frente al espejo se dio cuenta que valía más que su peso en oro…

NANDA LÓPEZ.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Concurso Cuento corto: LA NEGRA CARLOTA

LA NEGRA CARLOTA Ahí viene! La negra Carlota que se pasea por la plaza, los chicos se vuelven locos por su cintura y su cadera. Pero mira que no ven lo que lleva por dentro, se siente triste, absolutamente sola, denigrada y sin dignidad aluna. Por qué todos los días, tiene que salir a vender su cuerpo, para poder mantener a sus ocho hijos. MARIA CUENTO

VIII concurso del cuento corto, ¿NO SABES DE SEBAS?

 ¿ NO SABES DE SEBAS? Toda las comodidades posibles su familia le entregó, vistió bonito bajo la luna y fresco bajo el sol, no le gustaba la lluvia y se quejaba del calor; la primera su cabello despeinó, la segunda excesiva transpiración le brindó. Estudió, entrenó y trabajó, pero nada de eso le gustó. Sus parientes le enseñaron lo bueno y lo malo él escogió. Una amistad le presentó la calle y eso sí que le encantó. Conoció una amiga nueva y con ella se quedó, fue un cambio abismal; pasó de su casa a un callejón. La ese se agrandó, ahora se cree un dios, dejó de ver por ojos ajenos y de todo se adueñó. Venía de la nada, pero iba por todo. Las caricias de su madre jamás las aceptó, las de su abuela siempre las ignoró, y los consejos de sus tíos nunca los escuchó. Hasta los quince años de su casa no salió. Si un día quiso aquellos zapatos; mami se los compró Quería estar a la moda; papi lo vistió. Como la e, salió de noche sin saber para dónde fue, vistiendo de negro desde la cabe...

VIII Concurso del cuento corto, SANTA ELENA CITY

Dicen que estoy loco. Algunos se preguntan cómo terminé aquí, pescando en el caño de la galería Santa Elena. Yo les digo que no es ningún caño, que es un río, pero que ellos todavía no lo pueden ver. Se ríen de mí, tomándome como un caso perdido. Qué más da, sigo en lo mío, tratando de pescar alguna rata en este majestuoso río negro que se extiende por toda la ciudad. ¿Que cómo uno termina viviendo a la orilla de un caño, en medio de la basura y de los adictos? Eso es fácil de responder, toda la respuesta radica en que uno se aburre, se cansa, se fastidia de llevar una vida inalterable. Se cansa de las mañanas en las que te levantas y quieres seguir durmiendo, pero sabes que si sigues durmiendo al rato llegarán las llamadas de tu jefe para preguntarte no cómo estás, sino cuánto tardas en llegar. Un ser humano normal se fastidia del día a día, de la lucha por la supervivencia urbana, de los malos tratos entre nosotros mismos, de los horarios, de las metas que tienes por cumplir. Díganme...