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Concurso cuento corto: Beziel y Laura: historia de terror para pequeños demonios


Beziel y Laura: historia de terror para pequeños demonios

De acuerdo con las antiguas escrituras es parte de nuestra historia y nuestra vida que al nacer a cada uno se le asigna un ángel y un demonio, quienes han de acompañarnos toda nuestra existencia y buscarán influenciar cada una de nuestras más trascendentales decisiones en una lucha infinita y eterna por las almas, cada uno de ellos buscando llevarnos hacía su lugar de origen. Así ha sido desde el principio cuando se hizo la luz y seguirá hasta que las tinieblas se ciernan sobre la superficie terrestre.

Entre tantas historias sobre esta eterna, bíblica lucha, les contaré una que no se comenta en ningún libro sagrado pero que es bien conocida en lo más profundo del infierno y que ha llegado a mi de una manera que no puedo revelar si quiero conservar mi vida y mi alma. He aquí la historia de Laura: la hermosa que es temida en las profundidades del averno.

Cuando Laura nació, Beziel, un príncipe demonio fue asignado para ella. Beziel era cautivador y poderoso, había sido asignado a miles de seres humanos desde el principio de la creación y siempre había logrado influirlos de manera que aquellas almas terminaban irremediablemente en el infierno.

Beziel pacientemente esperó que Laura fuera creciendo. Durante su más tierna infancia ni se preocupó por influir en ella, permitió que aquel ángel del que ni siquiera se preocupó por conocer su nombre, la guiara los primeros años de vida, le guardara sus primeros pasos y acudiese siempre que la tierna niña se sentía triste y sola.

Sin embargo, cuando Laura estaba por cumplir dieciséis años, Beziel consideró que era hora de hacer presencia en su vida y apareció una mañana cualquiera de un mes que no es importante mencionar, en el centro mismo de la habitación.

Ella dormía profundamente en su acolchada cama con el cabello rubio suelto y desenredado, cubierta hasta el cuello con su cobija y la cara levemente oculta entre las almohadas mullidas que le brindaban un plácido descansar. En un leve movimiento volteó justo hacía donde Beziel estaba mirando alrededor, en ese breve lapso aquel príncipe de los demonios tuvo ante sí la más hermosa visión de su eterna existencia. El cabello dócil y grácil descendía casi flotando desde su perfecta corona, la piel blanca, suave y tersa, pura y delicada como la de los recién llegados a la vida. La nariz recta, perfecta dividía en dos hemisferios hermosos e hipnóticos aquel rostro angelical. Sus labios rojos y frescos poseían toda la pasión y el irresistible encanto de las ninfas y las diosas.

Beziel no daba crédito a lo que estaba viendo. En sus incontables milenios nunca había estado en presencia de un ser tan hermoso y perfecto. Sin embargo, todo un príncipe de los demonios como él podría resistir aquellos encantos. Pero ah que aquella visión encantadora tuvo a bien abrir sus ojos, y cuando aquellos portales fueros revelados, todas las fibras del príncipe demoniaco se removieron de manera tal que no pudo soportar mirarlos mas que unos cuantos segundos.

Esos ojos negros, profundos, redondos y enormes no eran como ningunos ojos vistos antes por Beziel en ningún ser: humano, ángel o demonio.

Aquellos ojos lo fulminaron, lo hechizaron, lo atraparon. Por fracciones de segundos olvidó quién era, qué hacía en aquel cuarto, cuál era la misión en su existencia y por qué estaba frente a aquella maravillosa creatura.

Ella por supuesto no lo vio, sin embargo quedó mirando fijamente a donde él se encontraba absorto en su contemplación. Sonrío no con el aire inocente de una doncella de dieciséis años, sino con la sonrisa pérfida de la mujer que sabe que ha capturado con sus encantos no sólo la atención sino la absoluta y total devoción de un hombre, en este caso, del príncipe de los demonios.
 
Fue en ese mismo instante que Beziel, aquel imponente y poderoso príncipe del reino de los demonios cayó prendado ante Laura. Aquel extraordinario y poderoso príncipe, envidiado e idealizado por cantidades infinitas de demonios dejó de ser ese increíble y majestuoso ser; por aquellos ojos magníficos… de príncipe magnifico se convirtió en un pobre diablo y su vida en adelante fue un completo y absoluto infierno.

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