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Concurso cuento corto: AMARILLO Y NEGRO



AMARILLO Y NEGRO


Si había algo que no le gustaba a Fernando era manejar taxi, sentía que era el peor trabajo que un ser humano podía desarrollar, pero curiosamente se le daba bien, tenía talento con las direcciones y con el timón, pero eso no importaba, pues su abuelo había sido taxista y su padre, que también lo había sido, a vísperas de colgar las llaves buscaba un heredero y para desgracia de Fernando, él era el único candidato. Para pasar desapercibido entre su círculo social mientras ejercía su labor de chofer, Fernando usaba peluca, mostacho y lentes de contacto color caca, pues la particularidad de sus ojos color arco iris lo delataban fácilmente.

En la tarde del dos de Agosto, antes de empezar a laborar, Fernando se dio cuenta de que había dejado en casa de Lina, su novia, el anillo que su abuelo le había regalado, sin ninguna posibilidad de ir por él durante ese día, Fernando no tuvo más remedio que empezar a laborar.

Después de una ardua jornada de trabajo, Fernando se dirigía a casa para descansar, pues pensaba que a las dos de la madrugada ni la novia más enamorada esperaría al desvelado novio. En el camino Fernando decidió hacer una última carrera, sintió preocupación por una peculiar pareja que al parecer no quería ser encontrada. Ya en el taxi el apasionado dúo, Fernando da inicio a la revelación.

Al escuchar la voz de la mujer, Fernando no dudo en pensar en Lina; en el largo camino, una charla monótona mantenía despierto al infiel dúo y al chofer sonámbulo, en un momento de curiosidad, Fernando se percató del brillante anillo que llevaba el sujeto en el asiento trasero de su taxi, se le hacía familiar, de hecho, mucho.

Al llegar al destino, Fernando pensó en subir al apartamento de su novia sin importar de que tal vez esta no quería ser visitada, al encender la luz interior del taxi para cobrar la carrera, Fernando se quedó perplejo, se perdió en los ojos color carbón de la mujer –esa mirada– pensó, –¿Y ese cabello? – se preguntó. Después de liberarse de aquella mirada Fernando se volvió a perder, esta vez en el lunar que la mujer tenía debajo del ojo izquierdo y que al parecer se le había olvidado maquillar, después de una breve reflexión, Fernando exclamó confundido –Lina– mientras al final de las palabras pronunciadas una mujer aún más confundida preguntó –¿Fernando?–

Luego de un intercambio de preguntas con respuestas reveladoras, Fernando se dio al secuestro del dúo traidor.

En el camino hacia el precipicio que se encontraba en la entrada de la ciudad, el dúo permanecía estupefacto, no creían lo que pasaba, mientras Fernando pisaba a fondo el acelerador sin saber si algún choque o el precipicio lo redimirían. –Y el muy hijo de puta lleva el anillo de mi abuelo– gritó Fernando mientras Ricardo intentaba digerir lo que estaba pasando. A pocos metros del precipicio, Fernando bajo la velocidad para así asegurarse una caída libre hacia las rocas y así no salir volando, –Pensé que me amabas– grito Fernando mientras las lágrimas se arrastraban por última vez sobre su hinchado rostro, –Y yo pensé que trabajabas en un banco– dijo Lina mientras el taxi caía hacia el fin, fue ahí cuando los tres naufragaron en la duda. A la distancia el alba se asomaba.
 
Por: Caleb

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