Martín
La
despertó un tímido halo de luz que se filtraba por las cortinas de
la habitación; a su lado el reloj de la mesa de noche indicaba las
6:04 am, todavía tenía tiempo para seguir tumbada en
la cama,
inmersa en
la
placentera
somnolencia
mañanera
de quien
se sabe
merecedor
de 10
minutos más
en brazos
de Morfeo.
Giró su
mirada para
descubrir a
su lado
a su
propio Morfeo, quien dormía plácida y
tranquilamente. Regresó su cabeza a la almohada y acercó su cuerpo
un poco más al de su compañero, suavemente para no despertarlo.
Podía
sentir su calor, la respiración pausada;
se esforzó por grabar ese momento en su
memoria para siempre, sería su lugar feliz. Desde que Martín había
llegado a su vida todo había sido un revolcón, todavía recordaba
el día en que lo conoció, con su aspecto de poeta atemporal,
su cabello
mono de
paisa, sus
converse blancos
y su
sonrisa
profunda;
para ese
entonces ella hacía parte de un grupo juvenil de su universidad en
el cual se debatía sobre la situación
del país,
se
compartían
eventos
culturales
y de
acción
social, se
hablaba de
música, deportes.
Hubo
una reunión extraordinaria para hablar con un estudiante que venía
de Manizales, siguiendo la pista a datos sobre la participación
política de los jóvenes universitarios del país, para su tesis.
Cuando ella llegó al salón en donde solían reunirse, se
encontraban sus compañeros sentados
en
semicírculo,
escuchando
atentos al
joven que
con acento
paisa hablaba animadamente. Todos
dirigieron la mirada a la puerta tras su llegada, los que la conocían
saludaron.
-Hola
Nata, sentate que Martín apenas está comenzando- Le dijo Juanca,
uno de los líderes del grupo. –Martín te presento a Nata,
estudiante de biología, y la cara bonita del grupo- bromeó para
terminar. Martín,
con una de esas sonrisas que ella
aprendió a amar tiempo después,
pronunció
-Un placer conocerte, bienvenida-. Se
hizo un corto silencio al cual se sobrepuso un tímido gracias
como respuesta.
Después
de una muy completa presentación en dónde Martín había hecho un
balance de los datos encontrados en su recorrido por universidades a
lo largo y ancho del país, se habían enfrascado en una discusión
entorno a la situación actual del
mismo: la corrupción, la interminable guerra con grupos al margen de
la ley, la apatía de los jóvenes a la participación social y
política, la desinformación. Eran
tantos temas que habían tenido que
trasladarse a un café cerca de la universidad para que la cuerda no
se les acabara. Durante todo ese tiempo, Martín y Natalia, que en un
principio se
había sentido intimidada ante la presencia del joven, habían
encontrado muchos puntos en común, intercambiado sonrisas y miradas.
Basto
ese
primer encuentro para que entre los
dos se
despertara un interés
diferente,
honesto y emocionante, interés que en
los restantes días de estancia de Martín había aumentado. A
Natalia le encantaba la energía vibrante del muchacho, su ingenio y
nobleza; para Martín, Natalia era como una musa, un embriagante
licor que lo dejaba sin aliento. La noche antes de devolverse a
Manizales, Martín le había pedido su número de celular a Natalia,
ante la mirada y comentarios divertidos de Juanca, que cuando quería
era un fastidio. Cuatro
años
después,
en un
apartamento
en Bogotá,
despertaban
juntos,
tras miles de
momentos en que la distancia entre Manizales y la capital se sentía
como la distancia entre la tierra y Plutón; después de muchas
llamadas por skype,
visitas sorpresa, noches de conversaciones interminables, de amor y
de pasión.
En
todo esto pensaba Natalia aquella mañana tumbada en su cama, al lado
de ese ser que tanto amaba, el mismo que después de graduada la
había animado a trabajar durante su tiempo libre como voluntaria en
una ONG para niños en situación de vulnerabilidad junto a él, con
el que había explorado su espíritu altruista, además de muchos
rincones de su país que jamás habría pensado visitar. Para ella
Martín era como un astro, la mantenía con los pies
en la
tierra, le
daba calor
y vida.
Con ese
último
pensamiento
abrió de
nuevo sus
ojos, el reloj marcaba las 6:15 am, esta
vez era tiempo de levantarse.
Comentarios
Publicar un comentario
Tus comentarios enriquecen nuestra Biblioteca ¡Gracias por Visitarnos!