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Concurso cuento corto: Una Triste Noche



Título del cuento: Una Triste Noche

Autor: Azul de Melón



En esta oscura noche, el cielo me pide que le cante. Pero yo no cantar, lo único que puedo hacer es aullar. En esta noche, oscura noche, noche sin luna, ya no quiero ser lobo quiero ser aire. Pero la existencia me ha corrompido, ahora mi mente es perversa. Mi corazón solo odia y mi alma no puede oscurecerse más.

Cada suspiro que emerge de mi inconsciente mente, baja a mi pecho y lo inunda de una inmensa melancolía, y al salir de mis fosas nasales siento que muero un poco más. Como si en cada exhalación olvidará como respirar y me ahogara lentamente. Me tiembla la claridad mental, enfermo estoy. Noté los síntomas a tiempo, pero me mentí al pensar que todo estaría bien. Ahora me miento al decirme que puedo soportarlo, me digo que no hubieron víctimas ni victimarios, pero la verdad es que soy yo él que paga por este crimen. Sin importar lo que quiera, los sentimientos me traicionan y me hacen infeliz.

He hecho algo terrible y no puedo cambiar el pasado, pretendo concentrarme en el presente para evitar el futuro, pero el sufrimiento me consume, la tristeza me supera y la melancolía devora mi corazón sin piedad. Al final, termino perdido en la inmediatez del dolor que me atraviesa, siento como arden mis pensamientos y sin poder evitarlo estallan en mí, mil granadas de frustración y confusión. Me siento tan fugaz como el rojo labial de una prostituta, tan tenue como mi cordura.

No siempre fue así. Vagamente recuerdo haber sido humano tiempo atrás, aunque cada vez la sensación de recordar se mezcla más con la sensación de imaginar. Supongo que con el tiempo no habrá recuerdos, solo imaginarios en esta mente tan dispersa. Por haber robado una sonrisa, se me conde a morir en vida. Ya hace un par de largos años se me maldijo a ser un lobo y no se me concedió manada. Maldito a vagar solo estoy, camino sin avanzar. Corro y, aun cuando las plantas de mis pies sangran, no logro llegar a lugar alguno. Maldito a ser un errante estático en este mundo estoy.

Ahora cada noche de luna llena le suplico al cielo que exima mis culpas, que perdone mi insolencia y mi arrogancia. Me sumerjo en los tragos del hubiera, y me intoxico con el olvido. Mi camino hacia la locura ya está trazado y parece tan inevitable, y para ser honesto no si huyo de él o lo deseo con desesperación. Mis ideas no logran converger, solo atacan.

Al ir finalizando esta noche, jadeo y se me acelera el corazón. Aprieto mi pecho pero no me hallo, trago saliva y veo como los sonidos colorean la espalda de esta moribunda noche. Las estrellas titilan antes de desvanecerse y yo parpadeo con desesperación, esperando verle la cara a la muerte mientras me retira su abrazo nocturno. Pero sólo logro oler su aroma, azucenas azules recién cortadas, el olor de un beso fingido.

Ahora amanece, y al abrir los ojos tengo esta misma sensación. La sensación de que fui, no sé lo que fui, pero me rebosa la certeza de que lo fui. Me aterra ser, pero sigo siendo. Destinado a ser dos personas estoy, un lobo y una sonrisa. Al despertar, me libero de mis grilletes. Ingenuo de que una vez más llegará otra triste noche, y una vez más reviviesta historia, la historia de una triste noche.

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