Ir al contenido principal

Concurso cuento corto: Sueño profundo



 
 
Sueño profundo
 
 
¿Cómo saber si he nacido o no, quizás la idea fugaz de un nombre que he creído tener y tal vez no recuerdo, o la sensación de estar dentro de una bolsa cochambrosa en la que rebotan mis preguntas y confundo con la nada llena de más nada? No lo sé. Entre las noches más aborrecidas me he deslizado entre ellas buscando pasar inadvertido, tratando de no ser enmudecido, pero la soledad no está de mi lado. Ahora me encuentro ante el frio de una noche que me cobija con oscuridad, me susurra un vaho apestoso, que muge entre chasquidos incomprensibles mi destino.

Como cada despreciable noche, quisiera que hoy fuese diferente, y vaya que lo es, ahora se suma a este circo pavoroso lo que jamás pudiese imaginar. Hace unos años deseaba con todas mis fuerzas que el ocaso nunca llegara, que mi guardián no me fuese arrebatado, que mi vigilia no fuera en el más inhumano abandono. Pasaron los años y este purgatorio se ha naturalizado dentro de mí, y solo para mí, no aceptándolo sino buscando la salida, haciendo uso de mis últimos resquicios de razón.

Mi terror era el silencio, mi voz era enmudecida, las explicaciones y los consuelos que deseaba nunca sonaban, estallaba el desespero ante el único sonido de los grillos mudos que cantan sus burlas al creador. Ahora es diferente. Cuando deseaba poner fin a esta locura todo cambio, él lo cambio. Pequeños círculos luminosos me siguieron, sonidos de instrumentos desafinados se amontonaron a mí alrededor, los hedores escaparon y una pequeña abertura frente a mi crece para dar paso a nuevos umbrales de dolor. El único recuerdo vivo que me brindaba esperanza ahora se materializa cual medieval verdugo para arrebatarme de la vida, o arrastrarme a la suya a nuevos infiernos donde inicia mi verdadera agonía. ¿Cómo los demonios podemos ser tan egoístas?

-Vega

Comentarios

Entradas populares de este blog

Concurso Cuento corto: LA NEGRA CARLOTA

LA NEGRA CARLOTA Ahí viene! La negra Carlota que se pasea por la plaza, los chicos se vuelven locos por su cintura y su cadera. Pero mira que no ven lo que lleva por dentro, se siente triste, absolutamente sola, denigrada y sin dignidad aluna. Por qué todos los días, tiene que salir a vender su cuerpo, para poder mantener a sus ocho hijos. MARIA CUENTO

Carta al desamor: "Te extraño"

Te extraño (Autora: Martina) <<Me duele pensar que todo es pasajero, me duele aceptarlo, y en esa misma lógica, aceptar que un día te irás, seguirás tu vida y tendrás muchas risas sin mí, al lado de alguien que no esté tan remendado>> Recuerdo muy bien el momento en que leí eso. Cuando lo hice me di cuenta de que te amaba más de lo que antes creía hacerlo, añoré estar a tu lado en esos momentos y que lo hubieras dicho mirándome a los ojos; te habría abrazado tan fuerte como nunca lo hice y te habría besado como siempre quisiste que lo hiciera; te habría hecho sentir que para mí nunca iba a haber alguien más, que pasaba mis días con el temor de perderte, que a medida que compartíamos nuestros días y nuestras vidas, aunque fuera por momentos, empezaba a querer compartir contigo el resto de mis días, empezaba a querer entregarte toda mi vida, y ser completamente devota a ti. No debí hacerlo. Lo sé. Pero es imposible controlar lo que sientes y hacia quien lo...

Concurso de Cuento corto: La Paz se hace letra 20.17: LA ARAÑA QUE NO SABÍA TEJER LA TELARAÑA

LA ARAÑA QUE NO SABÍA TEJER LA TELARAÑA “ Un montón de circunstancias, me presionaron a elegir; cuenta me di entonces que empezaba a vivir” Cuentan los insectos que hace tiempo vivió una araña que dizque no sabía tejer su telaraña, porque según era muy testaruda, le decían “la araña sorda” a pesar de que oía, pero no escuchaba. Que era tan flaca como un asterisco puesto que llevaba una obligatoria dieta en lugares con muy pocos insectos de su gusto. Las arañas viejas, los caracoles, los gusanos, las grandes hormigas, intentaban aconsejarla de que buscara un lugar digno de su especie para llevar la dieta que se merecen las buenas arañas y sobre todo que aprender a tejer; pero ésta se negaba a escuchar y presuntuosamente les contestaba: “¿Qué van a saber ustedes de cómo tiene que vivir una araña como yo? ¿Acaso ignoran que la naturaleza me ha dotado con el instinto de cazadora?”, al parecer, era ella que no comprendía quién ignoraba tal asunto. Es tanto, que una...