Concurso cuento corto: El contador de historias - como nace un escritor



El contador de historias - como nace un escritor

En la puerta del cementerio del pueblo, se sienta un fantasma cada noche a contar historias, dice que las escucha de otros muertos que temen salir al mundo de los vivos. Mi amigo el fantasma me ha susurrado historias que me han hecho reír, otras que me han hecho llorar, y otras que me han hecho temblar de miedo; pero no miedo de mi amigo, miedo de los vivos. Cuando vuelvo a casa y veo las esquinas donde algunos fueron empujados por la ambición y la codicia recuerdo la historia de Eugenio Méndez a quien su jefe explotó hasta el cansancio y abandonó cuando, según él, este no estuvo “en edad útil”; cuando veo las filas de personas enfermas - futuros fantasmas - y la sonrisa de los que acumulan riquezas, recuerdo a Carmen de los Ángeles, mujer honesta y trabajadora, amiga cercana de mi amigo fantasma, a quien le detectaron un cáncer y murió esperando una orden para recibir un tratamiento; cuando escucho que alguien sufre porque otro le quitó lo que más amaba, no puedo evitar pensar en la familia Gutiérrez Mejía, cuyo padre fue secuestrado y asesinado cuando no se pudo pagar su rescate ni hacer ningún trato para rescatarle, no le alcanzaba el apellido; cuando veo todo esto, me acuesto pensando en mi amigo, deseando estar muerto. Eugenio, Carmen y Papá Gutiérrez viven – ¿o más bien mueren? – en el cementerio del pueblo, no les conozco sino por medio de mi amigo, pero quisiera conocerlos un día, parecen ser maravillosas almas.

El día que cerró el cementerio porque alguien compró el terreno para construir un edificio, me di cuenta que ni los muertos pueden descansar en paz cuando los vivos se manifiestan, echaron a mi amigo y con él toda la historia que compartía gratuitamente a los que aprendimos a amar la compañía de los no vivos y a atesorar recuerdos ajenos. ¿Quién contará sus historias ahora? ¿A dónde irán los muertos y sus memorias? ¿Seguirá el mundo hablando de los vivos que se roban toda la escena con sus sucias pretensiones? – Malditos vivos… – pensé – … ojala estuvieran muertos – permanecí en silencio, sentado frente al cementerio observando impotente como profanaban las tumbas de mis amigos – no todos los vivos… – pensé – … después de todo Eugenio, Carmen, Papá Gutiérrez y mi amigo estuvieron vivos una vez; por otra parte, los que no pueden pensar por sí mismos no tienen la culpa de su discapacidad, los vivos tienen cautiva sus consciencias… no… solo los vivos que destruyen vidas y pueblan cementerios a su paso, ellos no deberían tener cuerpo ni voz, no solo acumulan riquezas sino que arrasan con el cuerpo y las voces de otros, buenos vivos y buenos muertos –; luego recordé a mi amigo y sus nobles amigos muertos y caí en cuenta que esos vivos no merecen ser parte de los muertos – Malditos vivos, ojala nunca mueran y se encuentren con otros más vivos que ellos – reformulé. ¡Cómo extrañé a mi amigo aquellos días! repasaba las historias que me contó una y otra vez, y cuando empecé a olvidar me di cuenta que los vivos estaban ganando una vez más, entonces se me ocurrió una idea maravillosa, poner sus historias en papel y tinta, tal y como mi amigo el fantasma solía contármelas, de manera que nunca pudiera olvidarles y llegaran también a muchos, que ningún vivo pudiera acabar con ellas, perduraran en el tiempo y la memoria de los que las leyeran, y así darle vida a los muertos a donde sea que les hubieran echado. Me dijeron que eso es una profesión, que le llaman ser “escritor”, que uno puede ser famoso haciéndolo y también escuché por ahí que muchos se han hecho ricos contando historias sobre los vivos; yo por mi parte prefiero solo contar historias como la de Eugenio Méndez, María de los Ángeles, la familia Gutiérrez Mejía y mi muy recordado y amado amigo contador de historias, sí, prefiero ser una voz de ultratumba y la pluma de los que no tienen manos, creo que muchos muertos y buenos vivos me lo agradecerán.

Seudónimo: Praxis

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