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Mostrando entradas de agosto, 2018

Tercer Concurso de Cuento Corto: EL VERDADERO FINAL

EL VERDADERO FINAL Después del asesinato, del juicio y de las cuatro paredes, volví al psicólogo por quinta vez en la misma semana. El hombre ya estaba desesperado, pues gracias a mis lacónicas respuestas seguía sin tener información para realizar un buen reporte. Pasaron los minutos y en el momento de la despedida me entregó el cuento de Pombo “El niño y la mariposa”. Ella, ansiosa, Vuela y posa En su palma sonrosada, Y allí mismo, ya saciada, Y de gozo temblorosa, Expiró la mariposa. Qué raro... Pombo es un escritor muy respetado, pero siento que se le olvidó una parte importante, ¡se le olvidó escribir el final!… tal vez no lo escribió para no asustar a los niños; jamás se lo hubiera leído a mis hijos todos los días antes de dormir si el verdadero final estuviera escrito, y bueno, si siguieran vivos. Expiró la mariposa, y con ella, las esperanzas del niño de aprender a volar. -Mar.

Tercer Concurso de Cuento Corto: Ninguna parte

Ninguna parte Las personas son extrañas, sus acciones debieran ser, causales, aunque en algunos momentos de la vida se desconozca a ciencia cierta cuál es la razón por la que ocurren. En los tiempos contemporáneos, se ha suscitado mucho esta cuestión sobre que las personas son completamente reemplazables y que nadie es indispensable, que todo el mundo va y viene y que nada permanece inmutable; ciertamente es así, nada permanece intacto toda la eternidad, pero en lo que a mí respecta, no considero que las personas sean reemplazables o completamente prescindibles. Y entonces, heme aquí, a casi 500 kilómetros de mi hogar, dentro de esta hojalata que rechina cada vez que da una curva, sonido que me perturba y no me deja dormir, junto con un vaivén que pone supremamente inestable las funciones de mi encéfalo; intentando de manera desesperada alejarme del mal de mundo, de mi mundo por lo menos, intentando que esta giradera cada tanto, me haga vomitar los malos recuerdos que...

Tercer Concurso de Cuento Corto: La montaña

La montaña Pluma Impersonal Antonio abrió los ojos mucho antes de que Jacinto anunciara la salida del sol. Una corazonada lo despertó en seco, un frío que parecía provenir de afuera lo paralizó. Miró la ventana por si Marcela había olvidado cerrarla, pero la tranca estaba puesta. Concentró la mirada en el techo y a pesar de la penumbra, pudo distinguir la forma de una polilla sobre el bombillo, esta vez, los círculos negros sobre las alas no imitaban un par de ojos, ahora el círculo izquierdo era el rostro de su padre y el diestro el de la madre. El ala derecha lo llamaba. -Toño, toñito, mijo despierte que son las once de la mañana. ¿Está enfermo? - Le preguntó Marcela. Cuando Antonio despertó, tenía el rostro de Marcela sobre el suyo, los ojos bien abiertos, la boca y la piel de la cara colgando sobre la suya. -¡Aaayyy! , me asustó mija. - dijo Antonio mientras se sentaba. El grito de Antonio también la había asustado a ella,...

Tercer Concurso de Cuento Corto: La muerte de Adam Smith

La muerte de Adam Smith Por: Bola de arroz Hoy decidirás morir solo en el claro de un bosque remoto. Habrás llegado ahí por azar, huyendo del monstruo, resquebrajando hojas secas, evitando ramas filosas. Durante la persecución notarás que tus engranajes no chillan y tus pisadas son blandas. Notarás que tu pecho se contrae y te duele, que tu respiración es ruidosa. No tendrás otro remedio que detenerte y desplomarte sobre el suelo, sentir el cosquilleo que te generan las pequeñas gotas de agua que se resbalan por tu rostro. Observarás, absorto, los colores mezclados alrededor del sol en decadencia, estirarás tu mano para alcanzarlos, para sentirlos. Te quedarás contemplando unos dedos rollizos, las uñas redonditas, la piel carnosa. La moverás lentamente, asegurando que sea tuya. Entonces, en ese mismo instante y escuchando a la chicharras cantarle al infinito, decidirás morir por tu propia mano, no por la del monstruo. Yo sé lo que te atormenta, hace varios dí...

Tercer Concurso de Cuento Corto: Le revádac.

Le revádac. El olor le inundó la nariz. Esa mezcla entre muerte y el químico inhibidor de la descomposición que tanto conocía. Sus pies la llevaron al lado de una mesa. Quitó el plástico que cubría el cuerpo y se quedó observándolo, lo cual era curioso ya que no era la primera vez que lo veía. Era un hombre de unos cincuenta años más o menos, de tez morena y cabello castaño oscuro; su expresión era serena. Se fijó en que tenía un anillo en su dedo anular. Sin pensarlo dos veces se lo quitó. - La ocasión hace al ladrón, niña -. Escuchó Carolina. Se quedo rígida sin poder mover siquiera los ojos. La parte racional de su mente estaba colapsada. ¿Acababa de oír que el cadáver le había hablado? Se le aflojó todo. Luego, sintió que la observaban. Le bajó un frio por el espinazo que le llegó hasta los pies. A pesar de la resistencia de todos sus músculos, fue moviendo su cuello milímetro a milímetro para mirar su cara. Efectivamente, él la estaba mirando con una ex...

Tercer Concurso de Cuento Corto: El espejo

El espejo Cristóbal no podía dejar de pensar en ella: la veía en cualquier lugar, en cualquier objeto que estuviese a su alrededor, en cada persona que pasaba. Llevaba mucho tiempo esperando el amor de Elena en silencio, pareciera que ella no se percataba de su existencia. Llegó un día que, por casualidad, o el destino (o como le quieran llamar), Elena y Cristóbal compartían una tarde cada viernes, en el mismo lugar: un taller de escritura. Sí, ambos preferían plasmar sus sentimientos en papel, en lugar de expresarlos en palabras y dirigirse al problema o la persona responsable del infinito mar de emociones en el que se veían sumergidos. Tenían sus propios problemas: Cristóbal en su lucha interior por reprimir su amor por ella; Elena odiando su vida, pasando por una de tantas crisis existenciales que le hacía maldecir el día en que vino al mundo, y eso Cristóbal lo sabía. Todas sus preocupaciones y perturbadores sentimientos se esfumaban al llegar la tarde cad...

Tercer Concurso de Cuento Corto: No somos como los demás

No somos como los demás Por: Saint de la tour Tenemos que entrar al auto, Katie -dijo Martín-. No quiero que nada malo nos ocurra. Maldición, Martín, siempre serás el hombre más paranoico que he conocido en mi vida. Ni siquiera ha sonado la alarma. Confía en mí. Discúlpame, pero yo soy el sensato entre nosotros dos. Espero que no tenga que recordarte lo que pasó en nuestro anterior atraco… Lo sé, estuve a punto de recibir un disparo en la tripa. ¿Hasta cuándo vas a sacarme eso en cara? Lo haré hasta que se te quite lo necia. Además, debo admitir que me llena de gozo verte forzada a reconocer que no siempre las cosas salen como quieres. Cierra el pico y ayúdame a poner los lingotes en la bolsa. Ni siquiera mi madre me ha jodido tanto en esta vida. Yo me encargaré. Efectivamente, la operación fue todo un éxito. Pudieron salir ilesos de aquella bóveda. Era de noche. Mientras Martín conducía, Katie reflejaba en sus ojos l...

Tercer Concurso de Cuento Corto: El último ruiseñor

El último ruiseñor Cuando se despertó no entendía que había ocurrido. Una hermosa mañana, estaba cazando insectos en el bosque, preocupado por sus amigos de cacería que hace mucho no veía, cuando fue en pos de un enjambre de moscas y luego todo lo que vio fue oscuridad. Escuchaba ruidos extraños y molestos, unas líneas verticales, que no tenían la calidez de la madera, le impedían salir y el suelo bajo sus patas era seco y muy duro. Cuando abría sus alas e intentaba volar, chocaba con las líneas haciéndose daño. Había unos seres feroces que se le acercaban lenta y torpemente, su mirada codiciosa lo molestaba pues no había amor en aquellos ojos. La tristeza se apoderó de su corazón, no volvió a comer ni a beber, y sobre todo, dejó de cantar. Entendió que él era solo un instrumento más en la banda sonora del bosque, en aquel horrible lugar no escuchaba el viento ni el crujir de la madera, no sentía la vibración de la tierra ni de los grillos. Su mente solo lo tra...

Tercer Concurso de Cuento Corto: Visión

Visión  A las siete y cuarenta, un hombre abrió la puerta invitándolos a pasar. Antonio eligió un puesto en la última fila. El monitor dio instrucciones generales mientras entregaba el conjunto de hojas a cada uno de los presentes. Antonio abrió el cierre de su maleta mientras miraba la primera página del examen. Escarbó en el bolso; apartó dos libros, su móvil y su agenda, pero no encontró sus gafas. Un grave escalofrío se posó en su piel. Serían tres horas de prueba sin su herramienta elemental. En el fondo de su maleta, una caja negra adornada con un pentagrama plateado que siempre cargaba consigo empezó a vibrar. ‘Silencio, por favor’ dijo entre dientes y con los ojos cerrados. Hurgó de nuevo en su maleta para buscar un lapicero. La caja negra vibraba como un canario entre las manos. ‘Silencio’ reclamó de nuevo en voz baja. Oprimió el botón del bolígrafo retráctil y escribió con cuidado sus apellidos seguidos de su nombre de pila. Tragó saliva, se pasó la mano t...

Tercer Concurso de Cuento Corto: MALINTERPRETACIÓN DE UNA MIRADA

MALINTERPRETACIÓN DE UNA MIRADA “ Qué señor tan raro”, fue lo que pensó la inocente niña que se sentía aludida por la mirada de un hombre pensativo. Sus ojos inquietaban a la pobre muchachita que no podía comer su paleta tranquila; de espaldas a ella, su madre, inclinada sobre el mostrador, hablaba con la tendera (algún chisme quizás), al momento de que esta le entregaba una gaseosa de tres litros. Mientras tanto, el hombre misterioso detrás de la reja de la tienda, acercaba más su rostro a los barrotes. Su expresión inquieta terminó de espantar a la niña, quién no se enteraba del derretimiento de la paleta entre sus dedos, los ojos del señor querían salirse de sus respectivas cuencas y la pequeña abertura que se formaba en su boca daban a entender una terrible hipnotización. Al final, su mirada que al principio pareció pensativa, tornaba de una locura terrorífica, que le hizo recordar a la pobre niña observada, una película de terror presenciada hacía algunos días. A...

Tercer Concurso de Cuento Corto: A TERESA NO SE LE PASÓ POR LA CABEZA

A TERESA NO SE LE PASÓ POR LA CABEZA Teresa venía de comprar unos huevos y arroz, traía puesta una camiseta azul que le quedaba bastante ancha y una falda negra que le llegaba hasta las rodillas, su cabello estaba recogido en un gran moño y no se lo había lavado desde hacía tres días. Teresa tenía quince años y eran más o menos las ocho de la noche de un viernes alegre; los niños jugaban, gritaban y corrían. Teresa se disponía a abrir la reja para entrar a su casa y mientras hacía esto observó en la ventana de la casa de enfrente a la cabeza de su vecina llamada Paula. Paula debía tener treinta y ocho años, estaba asomada porque tal era su costumbre de vigilar a su hijo cuando salía a jugar a la calle. Cuando se miraron, Teresa advirtió en Paula una expresión facial un tanto extraña, como perdida, sus ojos miraban a Teresa pero al tiempo era como si no la reconociera, su boca entreabierta denotaba un sentimiento de angustia, ¿su cara reflejaba preocupación? O por lo meno...

Tercer Concurso de Cuento Corto: El método del partero griego

                       El método del partero griego -Profesor ¿qué significa mayéutica? El docente, muy letrado en filosofía clásica y sólida, con voz solemne miró a la joven de ojos curiosos en el fondo del soporífero salón: -Mira, yo sé la respuesta y tú me lo preguntas porque no la sabes, y naturalmente lo quieres saber, eso está bien y crees que yo puedo esclarecer tu duda y no te equivocaste, lo sé; pero no te la diré, no porque no quiera que lo sepas, sino por todo lo contrario: porque sí te lo digo lo más probable es que se te esfume de la cabeza pasado mañana, y sí eso pasa habré fallado cómo su profesor, por ello dejaré que la duda se adueñe de ti de a poco hasta que te movilice a buscar activamente tu propia respuesta, la que es adecuada para vos, a tu medida. Los alumnos no entendieron ni pi, pero asintieron.    -El zonpi.  

Tercer Concurso de Cuento Corto: Una ciudad llena de luces pero vacía de almas.

Una ciudad llena de luces pero vacía de almas. “ Decidiste cambiar un atardecer de sosiego por un vestido color puta”, sólo pudo pensar aquella frase con un desdén mental, sosteniéndola en la garganta con dificultad. — Si te vas a ir, llévate un abrigo contigo. La casa estará sola y no habrá nadie. —Profirió al fin, inyectándole valor a cada palabra. Ella le miró con súplica, aferrada a la idea de querer odiarle. Con impotencia de hacerlo dirigió sus pupilas en un limbo de pensamientos que clavó en el cuadro tras él. La imagen la estremeció de tristeza y su mirada se transformó en cólera. Agarró el vestido oscuro que descansaba sobre el espaldar del sofá; negro tal cual imitación de un cielo nocturno, con una suavidad exquisita en su tela y una fina elegancia en sus bordados que por más que se analizase, dirían que costó cientos mas no que fue elaborado por ella en un atardecer cualquiera. Lo dobló con una rapidez sorprendente, daba impresión de ser muy cor...

Tercer Concurso de Cuento Corto: Deseo

Deseo Te fuiste Hugo, como era habitual. No había motivo alguno para afligirse pues el reencuentro siempre llegaba con el tiempo. Sin embargo, en aquella ocasión no fue así: tú regresaste, pero en el camino se perdieron tus recuerdos y con esto una parte de ti y de mí, de nosotros, de todos los momentos que compartimos en nuestras vidas. No volví a saber nada de ti, yo continuaba con mi vida. Era una bella tarde, disfrutaba de una caminata y del canto de las aves que me hacía sonreír, pero te vi pasar a lo lejos y de inmediato dejé de oír la dulzura de sus cantos, el ruido de las bocinas de los autos se hizo tan presente como el sonido de la sirena de una ambulancia. Al verte todo se detuvo a mi alrededor, menos tú. Mis ojos seguían los movimientos de tu cuerpo que se alejaba más y más de mi vista hasta que desapareciste de nuevo en medio de la multitud. Un torbellino de recuerdos se apoderó de mí por unos minutos, pero volví a la realidad. Mis manos sudaro...