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Tercer Concurso de Cuento Corto: EL OPULUS




EL OPULUS

¡Lo logre!

¿Qué cosa?

Lo encontré, está aquí.

¿De qué hablas?

¡El Opulus! – dijo Albert – Todo por lo que he trabajado. Siempre soñé con este momento y ahora por fin lo he encontrado ¿Puedes creerlo?

No… ¿Qué vas a hacer con él? – dijo Juan

Esta es la fuerza más poderosa del universo, capaz de mover montañas y sanar enfermedades, puede alterar ecosistemas, viajar en el tiempo, ¡Hacer posible lo imposible! – Dijo Albert refiriéndose a la pequeña caja blanca que sostenía en sus manos.

No has dormido en tres días, debes descansar. – Dijo Juan

Pero, no puedo irme del laboratorio en estos momentos.

¡Papa! Tengo miedo… ¿Dónde está mamá? – Preguntó Juan seriamente preocupado.

Albert ignora a su hijo mientras se acerca a su caja de herramientas y saca un martillo.

Solo serán unos pequeños golpes, me aseguraré de no dañar su interior.

Albert golpea fuertemente el martillo contra la caja, en ese momento su hijo sale corriendo de la habitación. Albert lo intenta una y otra vez sin lograr abrir la caja. Entonces, suelta un grito de impotencia y arroja la caja hacia una esquina del cuarto.

No llegue tan lejos para que esto me detenga.

Notoriamente afectado por la locura y falta de sueño, Albert busca su pistola que se encuentra en el último cajón de su escritorio al lado de la foto de su esposa y sus dos hijos.

Agarra el arma, levanta la caja y la coloca encima del escritorio, pero, nota que ésta suelta una tinta negra por una de sus puntas, cuando se da cuenta sus manos y su camisa ya están manchadas de esa extraña tinta, así que levanta su mano izquierda y se pregunta:

¿Qué es esto?

En ese momento vuelve su hijo.

Papá…

Juan, esto me está dando un poco de miedo.Albert voltea y nota a dos personas al lado de Juan. Dos hombres altos, vestidos con atuendos extraños y sin expresión en sus caras.

¡Hijo, aléjate de ellos! – Exclama Albert.

Juan sale del cuarto, mientras, uno de los hombres intenta comunicarse en un idioma extraño.

Albert no logra entender lo que dice, pero, cree saber porque han venido a su “laboratorio”.

Sabía que esto podía pasar, pero no pensé que llegaran tan pronto. Albert agarra el Opulus en sus manos fuertemente.

No lo van a tener, no se los voy a dar, no se lo merecen ¡No pueden hacerme esto! Uno de los hombres saca lo que parece ser una sofisticada arma y apunta hacia Albert.
Esperen, podemos hacer un trato, podemos ser dioses. Nadie tiene que morir.

Albert se agacha y coloca el Opulus en el suelo. En ese momento saca el arma de su chaqueta y les dispara a los dos hombres, no sin antes recibir también un disparo en su brazo derecho. Rápidamente toma el Opulus y baja por las escaleras, mientras ve como la tinta negra escurre por todo su brazo, aterrado llega a la sala, se acerca a una de las ventanas y logra ver un gran artefacto con luces en la parte superior, en ese momento piensa – Debe ser su nave… tengo que llegar hasta ella, es mi única oportunidad de escapar–.

Entonces, Albert corre hacia la puerta y antes de abrirla encuentra a su hijo llorando desconsolado en un rincón de la sala. Así que se acerca y lo abraza. Sin embargo, el chico se encuentra aterrorizado, por lo que lo agarra con fuerza y le dice al odio:

No te preocupes… volveré por ti.

Pasaron años y muchas idas al psicólogo, pero, Juan nunca pudo olvidar esa promesa. El día que su padre mató a su hermano de tres días de nacido a martillazos y fue apresado después de ser encontrado escondiéndose en una ambulancia que se encontraba parqueada al frente de su casa.

Fin.

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