Alquien
“Éste no es un
curso de fotografía”
Primera vez en mi
vida que pago para aprender algo que ni siquiera me interesa. Tras de
eso me toca comprar una cámara exclusivamente para esto, porque los
muy descarados no aceptan la semiprofesional que tengo en casa, según
ellos es requisito. A ver, primera tarea, fotografiar escenas urbanas
de zonas concurridas. ¿Se han vuelto locos?, si saco mi cámara en
la muchedumbre, como mínimo me será hurtada. ¡En qué me he
metido!, ni sé cómo voy a hacerlo, nunca he puesto atención a ese
profesor regordete que dicta dicha clase. Pero no tengo opción, va a
tocarme ir al centro de la ciudad y arriesgar que me maten por esa
banalidad. Alisto mi cámara, después de tan extensa y aburrida
jornada, ajusto los lentes, ahí a medias y salgo como mochilero, sin
rumbo ni idea alguna de qué hacer. Una vez en la penumbra, en tan
popular y escandaloso lugar había llegado, tomo la cámara, no sé
si bien, y empiezo a tomar fotos a la loca. No veía siquiera por el
lente, ni me importaba cómo quedaban las fotos. Pero después me
puse a pensar en lo egoísta e idiota que estaba actuando, pagar para
aprender y terminar no aprendiendo, absurdo. Observo por el lente y
qué sorpresa me habéis dado, las personas que me rodeaban fuera del
lente no eran captadas por este, qué clase de brujería es esta.
¡Podré ser tonto, despistado, pero ni ciego ni loco!. No me creía
el hecho, miraba el lente y a los transeúntes una y otra vez. Al
otro día un poco asustado, le pregunté a mi profesor por lo
acontecido y me respondió: “Ese era el ejercicio mi querido amigo,
de eso se trataba. No era más que entender que una cámara no capta
momentos en fotografías o imágenes, una cámara te muestra lo
espacioso que sería el mundo si no existiesen dichos momentos”.
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