El interminable
despojo del rey infantil
Era un día más que
se le añadía al reinado del rey Jungenkid después de haber
despojado al anterior rey Kinderkid. En el reino Korper sólo había
existido el único y berrinchudo rey Kinderkid; quien después de una
disputa perdió credibilidad y el control de Korper lo había
obtenido el gran Jungenkid.
Él era un soñador
despierto, pues pretendía hacer de Korper un reino en la luna, un
reino con reconocimiento mundial o un reino con mucha riqueza, bañado
en oro y con muchas festividades celebradas en conjunto con otros
reinos. No sabía exactamente cómo llegar ahí, sin embargo había
mejorado las condiciones higiénicas, sociales e intelectuales en las
que Kinderkid había dejado a Korper. Esto le daba a Korper
posibilidades infinitas.
Y fue durante el
aniversario 18 de la creación del reino que llegó un forastero
vestido de una manera muy formal y con un ambiente muy diferente al
que se veía en el reino. Tanto su forma de hablar como de pensar
eran llamativos y cautivadores para la gente del reino. Hablaba de
llegar hasta donde sus pies le alcanzaran y la luna no estaba en esa
lista. De lograr reconocimiento pero tan solo con unos cuantos
reinos, de tener riqueza suficiente para sostener a Korper y de
establecer una única y duradera festividad con un reino. Ideas
“descabelladas” que a Jungenkid nunca le preocuparon, pues creía
enormemente en su pueblo y sus motivantes planes para el futuro del
reino.
Y fue en la
siguiente mañana en la que su mundo se volteó de cabeza. Pues su
pueblo simplemente dejó de escucharlo. Desesperado, Jungenkid
intentaba recuperar la atención del pueblo y así poder emprender
sus promesas. Pero el pueblo nunca le volvió a prestar cuidado, es
más, le encerró en la jaula más recóndita del calabozo. Diminuta,
fría y desolada, justo al lado de Kinderkid. Una jaula que se
volvería su dormitorio, su parque y su biblioteca. Un lugar donde
sus pensamientos le harán la mejor de las compañías para toda la
eternidad.
Y es así como las
ambiciones se encojen, las dudas crecen, las actitudes cambian, las
preocupaciones se crean, el conformismo ataca y los sueños se
pierden dentro de una jaula en el olvido. Así es como se forma un
adulto.
Donpa Pitosqui
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