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Tercer Concurso de Cuento Corto: Pacto sangriento




Alquien

Pacto sangriento

Sigiloso, silencioso, astuto, sin levantar sospechas, entro a su habitación con un particular olor a rosas marchitas, con el peso aún de su existencia, con la última muda que usaba sobre el respaldo de su cama. De cuclillas, me desplazo cautelosamente hacia la cama de mi amita, levanto el pesado colchón, recordando que me había revelado antes de su muerte, el secreto de dónde guardaba sus misterios y chucherías. Deslizo el pequeño baúl, repleto de fotos antiguas, cartas y faxes que recibía mi abuela en tiempos aquellos. Lo admito, de las imágenes, no todas eran para mí antes conocidas, y de sus cartas tampoco. Leo una a una, me entero que una de ellas tenía una marca con esmalte rojo carmesí, despierta en mí esa curiosidad por saber de qué se trataba, y estaba dirigida a un tipo rarísimo, que no era mi abuelo, y para mi suerte era de amor. Ya no soy yo, me he convertido, tengo rabia, sangre en mis manos, mi ceño fruncido y la decisión ya está tomada. Desenterraré su cuerpo, lo postraré en el bosque cercano atado a una silla, esperando que los canes lo devoren y acaben con el cuerpo y su alma impía junto a este. Soy un hombre de palabra, y no comparto esta deshonra, que me perdone todo ser que divisó de dicha escena.

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