El castillo, el monarca y los sirvientes: En donde vivo el sol brilla con gentileza y la transición del día y la noche sigue su curso con naturalidad. El aire puro llena los pulmones de los que vivimos aquí. Cuando amanece se puede escuchar, sin mucho esfuerzo, las salutaciones de las aves, de los insectos y de las plantas; los animales, por su parte, estiran sus adormecidos cuerpos y se preparan para conseguir su alimento. En lo alto se encuentra un castillo, parece flotar, y, de tanto en tanto, unas personas parecen peregrinar al lugar. El castillo es el escenario de esta historia, una historia entretejida en la realidad de un sueño. En el castillo hay unos sirvientes muy diligentes que se encargan de todo; pero, por extraño que parezca, a ciertas horas, en determinados momentos, cuando el rey duerme, estos nobles sirvientes se toman el castillo y vuelven todo un caos. Todo es diversión y los sirvientes, extáticos, vagabundean de aquí para allá. Pero el rey finalmen...