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Tercer Concurso de Cuento Corto: Una historia breve




Una historia breve

Por: Bichofué

  • Verás, no era guapo, pero le acepté la invitación porque su sola presencia, insociable como se veía, me resultaba inaudita, y desde que lo noté sembró un enigma que me propuse descubrir para exorcizar la ansiedad con la que te esperaba: “¡pobre hombre, lo han plantado!; ¡qué melancólico hombre, seguro tuvo una discusión con alguien y ahora quiere estar solo!; ¡maldito hombre, es un asesino, acaba de matar y esta es su coartada!; ¡estúpido hombre, bebe sin compañía para lucir interesante!”, ya me conoces y sabes el tipo de anécdotas que se me ocurren.

Dirás que exagero, pero en la forma en la que estábamos dispuestos, había algo impecablemente extraño: él estaba en esta misma barra, en la esquina de allá, y yo en esta otra, los dos paralelos, solitarios, bebiendo lo mismo. Éramos espejos: nos llevamos el vaso al mismo tiempo a la boca; nuestros pies, solapados sobre los travesaños de estas estiradas sillas, respondieron al sonido de las mismas canciones.

El silencio que hubo tras el paso de una tonada a la otra fue el efecto incidental que cruzó nuestras miradas y su antesala para brindarme un trago, gesto que respondí con un sí rotundo, que supe hacer ver discreto. Era la oportunidad perfecta para desmantelar su misterio, cualquiera que fuera, de los que ya me había imaginado, o no…

Veo que también te gusta el Campari, ¿aceptarías que te invite el próximo?”, dijo. Y no, por favor, no me mires así, antes que digas lo que supongo que estás pensando, te aseguro que no es el licor, porque fíjate es un Campari, uno con jugo de naranja ¿cuándo me ha caído mal a mí este coctelito simplón? Asentí, él no dijo nada, el barman sirvió el licor y él se me sentó al lado, perpetuamos el silencio hasta que presumí la regla: si él invitaba, yo iniciaba la conversación.

¿Qué haces?” fue mi primera frase, esperando con ella dar fin a mis suposiciones, pero él, creando otras, expresó: “yo hago que ocurran historias breves”, digiriendo su respuesta “¡ah, eres escritor!”, le interpelé, “no, no soy escritor” contestó, “umm… entonces… ¿produces cine o programas de televisión?”, “mucho menos eso, yo solo hago que ocurran breves historias”, repitió.

Quedé instantáneamente pensativa y él se levantó, fijó sus ojos en algo y cuando quise saber qué era, vi que eras tú llegando. Después de eso, volví mi mirada y él ya no estaba, ahora que te cuento lo que ocurrió, y que te explico qué es lo que estoy buscando, entiendo bien en qué consiste su trabajo…

En fin, eso fue lo que hice mientras te esperaba ¿y tú, por qué diablos has llegado tarde otra vez?

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