LA MEDIOCRIDAD
Por: Cordelan
Prefería la cama
medio tendida, el arroz medio cocido y la casa medio barrida. Le
asustaban los grandes logros, le abrumaba pulcritud. Era una
predicadora de la mediocridad. Hacía lo justo para no morir y muy
poco para vivir. Un día, mientras caminaba rumbo a casa, vio que un
joven motociclista se dirigía a toda velocidad hacia ella y en vez
de retirarse, se quedó ahí parada. Pensó: “Porque la vida no ha
dado más y porque morir ahora es lo de menos, que pase lo que tenga
que pasar”. A su pesar o a su fortuna, su mediocridad fue tal que
no le alcanzó para morir; quedó postrada en una cama de hospital en
estado vegetal, medio muerta y medio viva, como todo lo que hizo.
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