Tercer Concurso de Cuento Corto: Miel y ponzoña




Miel y ponzoña

(Daniel Mina)

Gustavo Aureliano se llamaba. Tenía una afición muy particular por los insectos y las alimañas, un gusto frustrado de saber a ciencia cierta todo lo concerniente a estos animales. Había pasado toda su vida atrapando y observando cuanta clase de bicho se le atravesaba. Cuando niño había tenido muchos encuentros especiales como él lo describía, que para sus personas más cercanas no eran buenos recuerdos, muchos de esos habían terminado en mordidas, picaduras, cortaduras, ajetreos entre ponzoñas y remedios, curaciones y cicatrices. Todos estos eventos sirvieron para valerle como apodo El Gato, gracias al refrán que le presagiaba un final debido a su curiosidad excesiva sin la menor prevención ni cuidado.

El Gato obligado por el pasar de los años y la necesidad de valerse por sí mismo, había encontrado la apicultura como medio de sustento y además como vocación. Era un alivio tener un trabajo afín a su gusto, bien marcado por los insectos. Para él, las abejas eran melifluas en todo sentido no sólo por la razón obvia de producir miel, sino que también, entregadas a su comunidad (la colmena) cumplían individualmente con los deberes de manera incansable, y daban su vida por el bienestar colectivo, teniendo un sentido de pertenencia por instinto.

Las abejas que tenía habían sido domesticadas de forma autodidacta, ya que en La Loma donde siempre se entretenía con diversos seres invertebrados había encontrado en un almendro una pequeña estructura de celdas de cera fácil de extraer, dado que tenía muy pocas obreras que reflejaban lo joven que en ese momento era la colmena.

Varios años pasó observando las abejas, tratando de encontrar patrones en su comportamiento, que le permitieran usar la colmena de manera muy productiva de la mano de una recolección de polen de plantas específicas.

Estos antófilos eran muy particulares porque denotaban un mayor gusto por el polen de las flores de árboles frutales como las flores de azahar, pero con las panículas de la persea americana tenían una producción de miel mucho mayor y de mejor calidad en la sacarosa.

Un día, por una razón desorientada y discriminante de la gente, empezaron paulatinamente a cortar las perseas americanas en todo el pueblo y sus alrededores, un hecho que se reflejó en la poca producción de miel. Cosa que llevó a El Gato a ubicar un panal en cada árbol restante, iniciando en la plaza del pueblo.

Cuando era apenas un niño y ni siquiera tenía apodo, Gustavo en una de sus expediciones, como tenía la costumbre de llamarlas, había hallado en un barranco un agujero no muy profundo, bastante atractivo para dejar allí algunos de los envases de vidrío que llevaba consigo y que le servían para transportar los insectos y alimañas que atrapaba. Este hoyo aparentemente no era muy profundo, pero tenía el suficiente espacio para que Gustavo metiera completamente el brazo, cosa comprobada por él mismo al introducir el primer envase. Cuando ya estaba retirando la mano del recipiente, sintió entre sus nudillos un pinchazo muy doloroso y sorpresivo que lo llevó a sacar rápidamente el brazo perdiendo así la estabilidad y agarre que tenía para caer estrepitosamente por el barranco. Abajo se encontraba un trabajador arreando unas vacas que con el ruido alcanzó a percatarse como Gustavo se desplomaba a toda velocidad e impactaba crudamente el suelo. Cuando el trabajador logró llegar al sitio donde se encontraba Gustavo, no sabía que hacer porque estaba muy golpeado y no respondía. El muchacho ya se encontraba inconsciente y maltrecho. Sin más opción tuvo que transportar al inquieto joven al hospital y dejarlo con una única descripción del accidente – ese chacho, e`taba po`alla en el barranco, seguro trepando como un gato cuando se cayó y lo recogí todito dormido -.

Gustavo por la gravedad de las heridas de la caída y la ponzoña en su mano había sido transportado a Valledupar, donde para ser tratado y no tener secuelas habían inducido en él un coma del cual no se despertaría hasta muchos años después cuando su madre escuchaba por la radio las noticias. Noticias que seguían hablando del incidente que había ocurrido en La Loma, donde unas abejas habían atacado la gente…

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