Tercer Concurso de Cuento Corto: CUENTO PARA UN MILENIO DESPUÉS





CUENTO PARA UN MILENIO DESPUÉS

Para la época ya era posible los viajes al pasado, pero eran estrictamente vigilados por la Ataraxia del Tiempo, y como en todas las épocas, reservado solo para los ricos. Ellos se encargaban de vender viajes, pero con tecnología de invisibilidad, que no permitía el contacto con algo del pasado; pues debido al efecto mariposa podría crearse otra línea de tiempo. Y el ir a crear otra línea no afectaba el presente, pero estaba prohibido por la Ataraxia. Y entiendo, es demasiado poder para un hombre. ¡Imagínense, podría hacer lo que quisiera!

Cuando uno viaja es como no estar ahí literalmente; incluso alguien podría estar viéndome en esta habitación y yo no sabría -si es así, ¡saludos viajeros del tiempo!

Mi amigo Santiago como cualquier hombre nacido en los 2100 rondaba por los 67. Era un científico respetado y tenía su pequeña fortuna. Yo era su aprendiz y le ayudaba en lo poco que me dejaba manipular. Él era un hombre de pocos amigos, reservado, y asemejado a esos ya desaparecidos filósofos: hombres de gran sabiduría y voluntad.

Recuerdo que me trataba con gran cortesía y amabilidad. Pero aun con tanta virtud tenía nostalgia, pues había perdido a su mujer cuando él tenía 47. A veces me hablaba sobre lo mucho que la amaba y me contaba de los viajes con ella por el mundo. Pero otras veces me contaba sobre lo mucho que la extrañaba.

La única amortiguación de tal desgracia era su hermosa hija Sara, quien había vivido a cambio de su madre, y a la cual quería inconmensurablemente; pues también recibía el amor que él hubiese dado a su madre. Mi amigo la había educado para ser libre -que bien suena eso.

Yo hablaba con Sara cuando ella iba a visitar a su padre al laboratorio, y de vez en cuando me invitaban a sus salidas familiares. No les hablo de Sara porque tanta poesía ya ha sido escrita, y no les cuento lo vivido de Santiago con su mujer porque tantas historias de amor ya han sido contadas.

Nunca creó una máquina del tiempo -porque podía- para salvarla, pues la salvaría para su yo de otra línea de tiempo. Desde luego la visitaba de vez en cuando; pero de qué sirve ir al pasado si no lo puedes cambiar -me decía.

En cambio, si transfería su conciencia al pasado, se iría con todos sus conocimientos y sería el quien viviría su vida con ella, y no su otro yo. Por eso, él se había dedicado totalmente a la creación de una maquina capaz de hacerlo: enviar la conciencia al pasado.

Como puede deducirse estaría prohibido por la Ataraxia si lo hubieran sabido. Ellos sabían de la inteligencia de Santiago, por lo cual era estrictamente vigilado. Por ello, todo era hecho bajo extremo secreto y solo yo sabía de sus planes. Ni siquiera Sara sabía algo.

Pero por la mente de mi amigo recorría un infortunio: si se iba tendría que renunciar a su hija, ya que tenía que evitar el embarazo para salvar a su amada. Esta clase de elecciones siempre han sido consideradas toda una tragedia, pues tenía que escoger entre las dos cosas que más amaba. Y la idea de cambiar literalmente a su hija por su esposa lo sofocaba. Amaba con incontable amor a su hija, pero era difícil vivir sin su mujer. Sara me decía que su padre pasaba largas noches llorando por su madre que nunca conoció.

Santiago me decía que a veces no aguataba más y quería irse, y lo entiendo, él podía tener otros hijos, pero nunca amar tanto a otra mujer -algunos entenderán. Pero el abandonar a su hija le parecía de cobardes.

El diciembre de 2167 la Ataraxia sospecho demasiado de Santiago. Él ya había creado la máquina días antes, pero ese día tuvo que decidir entre dos amores distintos. Colocó el casco en su cabeza, se despidió de su hija con abundantes lágrimas y me dijo: “cuida a mi hija”.

En cualquier lugar del tiempo y espacio que este su mente, quisiera decirle que hizo bien al enseñarle a ser fuerte. Ella está bien. Yo seré padre y él abuelo.

MENINBIKE

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