El abismo del
tiempo
Catalina montaba su
Luna y Catalina se
perdieron a la vista de los adultos quienes se percataron rato
después de su ausencia.
Francesca -la madre-
les buscó con desesperación hasta llegada la noche, cuando a un par
de kilómetros al oeste logran escuchar el relinchar de la yegua
quien se oye excitada.
El improvisado grupo
de buscadores encabezados por el duque y su esposa llegan hasta Luna
quien se halla intranquila relinchando al borde de un abismo negro,
inmenso, aterrador y desconocido por todos.
El panorama es
desalentador, la oscuridad es tan profunda y espesa que la luz de las
lámparas se encoge.
Los más avezados
rescatistas, lograron bajar hasta los cien metros de profundidad y
aunque uno al lado del otro juran que se sintieron solos, que ni si
quiera el sonido o la brisa les acompañaba, solo la negra
espesura…la nada.
Desconsolados pero
nunca resignados, los padres de la pequeña la buscaron y esperaron
durante un mes hasta el día que el abismo se cerró.
En su lugar
reapareció el bosque conocido por los pobladores, el acceso al lugar
se clausuro y desde ese instante se conoce como el bosque
prohibido.
Seis meses después
los duques se marcharon del pueblo, la casona quedo abandonada y
Catalina al igual que el abismo nunca reapareció.
Es el año 1999 por
las calles de Camedrita años deambular perdida y sin rumbo
la tarde descomunal.
se
ve la figura de una niña de unos catorce de aquel lunes de marzo
bajo un aguacero
Amanda Pórtela,
una solterona robusta con aires de realeza dueña del hostal del
pueblo; observa desde su balcón a la jovencita y decide salir y
socorrerla.
Bajo
el paraguas negro con cabo de marfil que le heredo su madre, Amanda
acompañada de una mucama llega hasta donde la niña quien luce
ropas de época y lleva consigo un camafeo.
- Eh pequeña que hacéis ¿acaso estáis perdida?- pregunto Amanda… esbozó una sonrisa de alivio – ¡eres tu tía abuela!- solo para después caer desmallada en los brazos de la robusta y pelirroja hostelera.
Un par de horas
después un olor conocido despierta a la pequeña quien ahora se
encuentra en una cama del hostal, rodeada por el Dr. Magaya un par
de mucamas y la Srta. Amanda quien sostiene un plato de sopa con
trocitos de pollo con champiñones, un pedazo de pan y una cuchara
en una bandeja sobre su regazo.
Hambrienta
la niña come los alimentos… cuando entra en razón ¡sale volando
de la cama e intenta salir por la puerta! cuando es detenida por una
mucama - ¡que pasa niña!.. ¿Para dónde vas?–
pregunta-Yo me siento muy agradecida por vuestra atención y
vuestra ayuda pero mis padres
esperan por mí, ha pasado largo rato ya desde mi partida y debo
regresar a casa- dijo la pequeña –siendo así pues
déjame acompañarte si es muy lejos te llevo en mi coche- insistió
Amanda…la niña la miro por un instante, le acaricio el rostro como
si la conociera y con la cabeza dijo sí; sin dejar de
mirarla.
Partieron Amanda y
la pequeña rumbo al este en dirección a la vieja casona de los
Castellaneta e Idarraga abandonada hace muchísimos años, al ver la
casa derruida por el tiempo la pequeña rompe en llanto desconsolada.
Sin saber que pasa
Amanda trata de confortarle –tranquila pequeña… dime ¿Cuál
es tu nombre? Mi nombre es Catalina Castellaneta e
Idarraga, mi madre se llama Francesca, mi padre Víctor, mi tía
abuela se llama Amanda y esta es mi casa-dijo entre sollozos-…
eso...es imposible pequeña,-replico Amanda- los duques
vivieron aquí hasta el final de la gran guerra y se marcharon dos
años después por la desaparición de su hija…¿Catalina?
Esta es mi tía
–Dijo la niña enseñando la foto de su camafeo. Amanda
queda perpleja pues era ella la mujer de la antigua imagen
quien abrazaba a Catalina, solo que más vieja y con ropas de otro
siglo.
Una semana después
Amanda y una desconocida niña cruzaran la cerca del bosque prohibido
para jamás ser vistas de nuevo.
Es el año de 1933 y
por las calles de Camedrita bajo un descomunal aguacero, caminan dos
extrañas…
Legión.
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