JuanDa Vinci Atardeció y las calles no estaban congestionadas. Amparo Álvarez, anciana de setenta y pico, va en la parte de atrás del carro de su hijo. Bajó el vidrío de la ventanilla hasta la mitad para que el aire le diera en el rostro mientras miraba por la ventana. Tenía la mirada dispersa, realmente no miraba nada, pero era mejor que mirar el interior del carro. Llevaba unas alpargatas oscuras, una falda larga, una camisa manga corta blanca y un saco de lana. La mayoría de sus vestimentas eran en lana, como sus cobijas que la cubrían de uno de sus mayores miedos: el frío. En el carro van dos personas, además de Amparo: Estiben Álvarez, hijo de Amparo y Daniela Álvarez, hija de Amparo. Amparo va abrazada por su hija, quien la mira todo el tiempo. Estiben conduce y de vez en cuando las mira por el espejo retrovisor. Pasado un rato se para el carro en un semáforo y un vendedor ambulante se acerca a la ventana de Estiben, le ofrece unas manillas....