Quinto Concurso de Cuento Corto: MUERTE EN LETRAS

 


 

Una palabra, con un gran poder, pero solo ocho letras, “Escribir”, es difícil pensar que para muchas personas el hecho de ejecutar esta acción es básico, pero en esta historia todo se reduce a ella, y no, no es por ser exagerado o dramático, mi vida dependerá de ello.

 

Todo comenzó el día en que la conocí, yo iba por la calle camino al trabajo, no era raro que mi bicicleta amaneciera descompuesta y que por ende me tocara buscar otra opción, pero a diferencia de otras veces, esa mañana estaba realmente retrasado por lo que me obligue a buscar un atajo para llegar a mi destino, vivo en un pequeño pueblo y aunque el transito no es un problema, la dificultad de conseguir un taxi si lo es, la mayoría de veces lo pocos que existen están ocupados, por lo que siempre elijo caminar.

 

Hasta ahora todo era normal, lo complicado de la historia empieza cuando cruzando el puente, observó que una joven de piel clara, estaba posada sobre la baranda, con su mirada perdida y con un libro color gris que sostenía en sus dos manos, daba la impresión de que quería arrojar aquel objeto al agua, por lo que mi curiosidad no me permitió pasar de largo, adicionalmente nunca la había visto en el pueblo, de tal modo que no pude detener mi impulso de saludar y ofrecer mi ayuda de ser necesaria, aquel lugar era lo bastante tenebroso por lo que fue normal que su reacción fuera de asombro y que posteriormente soltara aquel objeto de sus manos y cayera directo al río, mi reacción fue dirigirme hacia el final del puente para bajar e intentar recuperarlo.

 

Durante el tiempo que bajaba hacia el río, dirigí mi mirada hacia aquella joven, la cual solo me observaba mientras mantenía ambas manos sobre su boca en total asombro, al ver que me miraba fijamente no podía permitirme dejar perderlo, además por su expresión era bastante valioso para ella. El color grisáceo de la pasta de aquel objeto no era de gran ayuda, ya que se camuflaba fácilmente con las rocas, luego de una larga búsqueda logré encontrarlo, tuve una inmediata sensación de alivio y corriendo me dirigí al puente para regresarlo a su dueña, pero para mi sorpresa el lugar estaba solo como de costumbre y ningún rastro de ella.

 

Luego de un rato tratando de encontrarla, me di por vencido empaque la libreta, la cual sorprendentemente no había sufrido mucho por el agua, gracias a algún tipo de material impermeable y sin pensarlo me encaminé hacia mi trabajo. En el transcurso del día no pude evitar pensar mucho en aquella chica del puente, me resultaba algo familiar y me seguía repitiendo en la mente que mi iniciativa de saludarla no fue normal, no soy de hablar con extraños y por lo general no tengo esa clase de impulsos.

 

En seguida recordé que aún tenía la libreta en mi poder y que era mi deber indagar en ella para encontrar algo que me permitiera regresarlo a su dueña. En el instante en que la abrí, me encontré con una especie de diario, tenía relatos por fecha bastante descriptivos a decir verdad y decidí leer lo último escrito con la ilusión de encontrar algo sobre aquella joven, lo primero que me pércate fue que tenía la fecha de hoy y que mi nombre estaba al iniciar, algo bastante extraño pensé, pero con mi curiosidad al máximo no puede evitar continuar leyendo, al finalizar me doy cuenta que lo allí descrito fue exactamente lo que me había ocurrido en mi día, con un final que yo no me esperaba, mi muerte a causa de un hombre justo a la media noche.

 

En ese instante pasaron millones de cosas por mi cabeza, será realmente mi destino lo escrito en aquellas hojas, lo único seguro es que debo hacer algo con esta información, intenté reescribir el final, arrancando la última hoja, pero fue imposible ningún lapicero permitía escribir y el intento de quemar la libreta no funcionó. Ahora mi única esperanza es encontrar a aquella joven y pedirle reescribir el final de este día o morir intentándolo, no tengo otra alternativa.

 

¿Fin?

   Escrito por: Alioth


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