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Quinto Concurso de Cuento Corto: BROTA POR LA PIEL

 


 

Pasé la mañana completa en casa, sentada en mi escritorio, anotando un par de ideas en el cuaderno. Cuando el reloj marcó el medio día me levanté de la silla; solté mi cabello esponjado por la humedad en el ambiente y empecé a peinarme con calma, mientras me daba tiempo de observar mi cara en el espejo. Me acerqué a este para mirar más a detalle el centro de mi cara, y noté alrededor de mis mejillas unas pequeñas manchas del verdor de un arbusto en primavera. Instintivamente froté mis manos sobre ellas con la clara intención de quitar lo que podría ser tinta, pero no ocurrió.

 

De momento decidí ignorar el suceso, intentando desarrollar sin éxito, las ideas que daban vueltas en mi mente un poco confundida por mi emocionalidad excesiva. Y estuve en ello hasta el ocaso, pues sentí comezón por toda mi cara y un ardor ligero. así que me preocupé, ¿tenía acaso alguna reacción alérgica? Como única solución encontré lavarla de una manera casi violenta, tallando mi piel.

 

Más tarde, frustrada por la incapacidad de escribir algo coherente que saliera de mi alma, y esta patología que de repente me aquejaba, salí a correr entregándome a las calles oscurecidas por la noche. Había recorrido un par de manzanas cuando empezó a llover bastante fuerte; entonces permanecí unos minutos inmóvil disfrutando de la lluvia; luego me dispuse a ir a casa prescindiendo de un paraguas. Ya estando dentro de mi refugio me percaté que la incomodidad había desaparecido, y nuevamente viendo mi reflejo, me di cuenta que brotaban unas pequeñas hojas de mi rostro.

 

A la mañana siguiente, aún asombrada por el florecimiento de esta planta en mi piel; me levanté de la cama, y sin siquiera tener tiempo para algo más, tomé lápiz y papel. Pues me había surgido la idea de escribir dicho acontecimiento sobrenatural sucedido hace tan solo unas horas. Aun con pequeñas hojas en mi rostro, me dispuse a redactar frenéticamente. Cuando acabé mi relato me puse en pie para empezar el día con normalidad, en ese momento me enteré que toda la flora en mí había desaparecido de manera instantánea, cuando mi relato se encontró finalizado.

  

V. Abismo


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