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Quinto Concurso de Cuento Corto: El lampareo*

 

 

-¡Qué animal tan lindo, es precioso! –dijo don Pepe en voz baja.

 

Al instante el disparo cegó los bellos ojos de un venado en la profundidad de la selva de Bahía Málaga, en la mitad de la región pacífica colombiana.

 

El viejo Pepe, quien en ese momento no lo era tanto, con la lámpara en un costado de su cabeza, escopeta en mano y mucho coraje, se internó en el bosque húmedo a media noche para aprovechar que la fauna está confiada.

 

Tan solo 15 minutos después y habiendo pasado por terrenos boscosos nada aptos para los mortales, capta un venado joven de tonos grisáceos, mentalmente le hace un cumplido, y hace lo que su instinto le dicta. El animal da un sobresalto en el aire, y finalmente Pepe lo carga en sus hombros hasta la vereda.

 

Se trató de una victoria. Al llegar se armó el propio rumbón, unas cuantas copas de curao de viche y algo de bailoteo con los pobladores bastaron para que el alter ego de don Pepe lo depositara de nuevo en el monte.

 

Se bañó, se vistió con un gabán, el mismo jean húmedo y las botas pantaneras que acababa de limpiar, recargó cartuchos y rezó mientras probaba la linterna. Él tan emperifollado y saludable, como en un desfile sale del caserío. Al pasar por la última vivienda, su dueño, un anciano consejero de La plata, le expresa lo siguiente con sinceridad: "No vaya po´ allá mijo, ya la madre tierra le dio lo necesario”. –Eh... gracias por el consejito mi viejo –respondió así un cándido Pepe mientras seguía a la misma travesía.

 

Esta vez nada salió como lo planeó.

 

Su orgullo y “juventud” le impidieron ubicarse geográficamente, por lo que caminó en círculos por la selva, caía enésimas veces por todo el terreno. Todo esto sucedió en dos largas y agobiantes horas. No pudo encontrar la tan anhelada calma para sí, que es vital en nichos como ese. Luego, la madremonte se encargó del resto: le apagó la linterna, le tiró una ventisca con ramas y tierra, los árboles se tornaron más grandes como bestias, y así, le hizo recordar todos los males que le había causado.

 

Don Pepe debió pasar esa noche en la selva.

 

Ave García

 

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*Relato inspirado en el testimonio del nativo Heliécer Manyoma.


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