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Quinto Concurso de Cuento Corto: EL RESPLANDOR DE UN NUEVO COMIENZO

 

 

Era una tarde luminosa y aquella joven sentada debajo de un árbol contemplaba la luna mientras entonaba su canción favorita, esa melodía que le hace recordar lo fuerte y valiente que ha sido durante sus veinte años, pues procede de una familia disfuncional que poco se dialoga y mucho se impugna; sin embargo, es una joven apacible que aprende de cada destreza vivida; en ese instante plasmando su mirada hacia el cielo medita con cautela y replica:


¡Cuán hermosa está la luna que aún habitando en aquella oscuridad y estando sola su fulgor y belleza es encantadora, es admirada por millares de personas!


Día tras día, la joven iba a aquel lugar, pues desde allí se veía el hermoso atardecer y el encanto de aquella luna que atravesaba por transformaciones constantes y aun así no deja de brillar, no deja de ser apreciable.


Al poco tiempo, ella comenzó a recolectar información de cada experiencia: ¿puede una persona cambiar su forma de cavilar al hacer frente a un diálogo?, ¿qué perspectiva tendría para afrontar un acontecimiento?; interrogantes vienen y van, tratando de entender que la vida es un constante y exclama:


¡Pues aún para cantar necesité de un proceso y así cautivar con mi hermosa voz!


De modo que con estas dos aventuras esenciales comenzó a considerar que cada proceso vivido tiene solución y un tiempo en el que se lleva a cabo razonar y aceptar cada desafío.


Comprende que en medio de las tinieblas, puede relucir y ayudar a su familia para hacerle entender que sólo es una vida con distintas fases; logrando pasar cada óbice con firmeza; no obstante, admiran a la joven por su raciocinio, la escuchan cortésmente y se detienen a reflexionar un poco de todo lo vivido durante sus ancestros, teniendo en cuenta que necesitan un canje para así mejorar cada conducta. Ahora van juntos a plasmar sus miradas en aquel atardecer, durante ese tiempo oían el canto de los pájaros y entonaban juntos la hermosa melodía de la joven.


Desde ese entonces entendieron que con una plática todo se puede solucionar, que cada pericia es una enseñanza y así vivieron felices hasta el fin de sus días.


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