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Quinto Concurso de Cuento Corto: DON MAURO

 


 

Sentado en el borde del banco de su tocador, mira su reflejo, se saca el sombrero dejando a la luz su calvicie y algunos cabellos canosos, pues años y trabajo ponen el pelo blanco. Reflexiona sobre su actual vida llena de desasosiego y llanto. Jamás pensó que cuando ella llegara a su vida le causaría tantos problemas.

 

Todo empezó cuando su madre empezó a tener dolores de cabeza, fue la primera vez que la vio cerca de su casa, pues ella se llevó a su madre debido a un cáncer de sangre. Fue duro superar esa tragedia debido a que él todavía era un niño cuando esto sucedió. Se sabe que estos traumas infantiles afectarían su vida adulta. Cuando creció desarrolló facciones masculinas atractivas que hizo suspirar a muchas mujeres pero solo una logró llamar su atención, doña Auraelina. Ella fue su amor perfecto como en los libros de romance, con ella tuvo 3 hermosas hijas.

 

El tiempo pasaba y todo parecía ir perfecto. Los fantasmas del pasado ya no lo atormentaban tanto. Sin embargo la felicidad no es eterna porque así es la vida: algunas veces ríes y otras lloras. Volvió a ver a su tan temida enemiga, él pensó que esta vez se llevaría a su esposa, era lo más probable porque últimamente andaba pálida y tosía mucho, el doctor había dicho que tenía neumonía. Más no siempre es lo que uno piensa. Su enemiga no se llevó a su esposa sino a sus jóvenes y bellas hijas, algo totalmente inesperado. Un borracho irresponsable iba al volante y acabó con sus sueños y existencia.

 

Este hecho hizo que Don Mauro sintiera mucho rencor hacia su enemiga. ¿Qué le había hecho a ella para que acabara tan fácilmente con su felicidad? ¿Por qué era tan cruel con él? ¿Por qué se llevaba lo que más amaba? Él siempre fue un buen hijo, un buen esposo y un buen padre o al menos eso pensaba. En medio de esos pensamientos sintió un gran vacío en el corazón que le provocó tomar alcohol y eso lo condujo a refugiarse en cigarrillos y mujeres dejando atrás a su enferma esposa.

 

En esos andares de mal camino, encontró otra mujer la cual parecía ser la cura de todas sus desgracias, ella le daba alegría, felicidad, por supuesto hasta que se le acabó el dinero. Sin dinero, sin trabajo, sin nada decidió volver a su casa y cuando llegó los vecinos le dijeron que doña Aura había fallecido pues murió más por pena que por la misma enfermedad. Esta noticia le cayó como un baldado de agua fría. Se sintió culpable, pensó que su enemiga tomó ventaja en esta situación. Si tan solo hubiera sido más responsable su esposa aún estaría con él. Su rabia e ira fueron tan grandes que don Mauro dio un golpe a la pared y destrozó toda su casa.

 

Los vecinos quedaron asombrados ante tal acción así que la única solución de don Mauro fue huir, huir muy lejos de todo, de sus tragedias y de sus pensamientos. Muchas lágrimas humedecieron sus ojos, aun así él seguía caminando sin rumbo fijo. En medio de la nada encontró una cabaña con muchos arbustos enredados así como los pensamientos en su mente. A pesar del desorden, este lugar le dio tranquilidad, tanta que se puso a reflexionar sobre su enemiga, llegando a la conclusión de que al final de todo ella no era tan macabra como creía, ese era su trabajo y que en algún punto todos vamos a partir con ella a no se sabe dónde pero con ella. Muchos años habían pasado y él no superaba por completo el dolorcito que la muerte de todas las mujercitas que él había amado le dejaron, consideraba que la vida había sido muy injusta y aunque la muerte era su mayor enemiga la consideraba como parte de la vida, así que acompañado de sus únicas amigas: la soledad, la angustia y la culpa, la esperaba muy ansioso en su lugar favorito: la cabaña.

-Alessandra D.-


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