Quinto Concurso de Cuento Corto: Los huéspedes


 

Desperté súbitamente, agitado y sudoroso como otras veces. La habitación toda estaba oscura. Salí de la cama descalzo y caminé hasta llegar al baño, pero cuando me incliné hacia el agua que corría del grifo, temí que mi reflejo quedara estático en el espejo, como quien observa desde una ventana indiscreta. Dudé, pero levanté la mirada y allí estaba él, con los ojos bien abiertos.

 

Nos quedamos un rato mirándonos, fijamente, como tratando de invadir, desde la mirada, la mente del otro. La casa estaba fría y en un total silencio, era seguro que ya no había ningún ruido que perturbara mi descanso. Tenía los pies mojados, sin embargo, algo los mantenía tibios; recuerdo pensar que las baldosas estaban más frías que de costumbre y, en ese momento, su sonrisa y la mía se dibujaron de forma siniestra.

 

─Todos muertos─ murmuró una voz que no provenía de ninguno de los dos.

 

Simultáneamente, con la tranquilidad que inspiran las horas antes del alba, bajé la mirada y empecé a lavarme las manos, mientras el agua limpiaba la negra huella del pecado, que se disolvía y se iba por los pequeños agujeros con una belleza poética que enternecía mi alma. Silencio, al fin silencio. Entonces la sombra volvió a la oscuridad para seguir durmiendo, para ser yo otra vez.

 

Fin.


 

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