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Tercer Concurso de Cuento Corto: Volverás.





Volverás.

Se marchó con una sonrisa de seguridad, de la cual no me atreví a desconfiar. Agazapado de negros sentimientos me dejó, al borde del colapso, entre la náusea y el mareo, el éxtasis y el miedo. Temblaban las manos, difícil era articular palabra alguna, traté de calmarme, disminuir la ansiedad, reducir los latidos afiebrados del corazón. Armé con gran prestidigitación un corto y honesto discurso, uno con olor a verdad, despojado de pretensiones comunes y lo más importante, de ese patetismo no comprometido.

Miraba hacia al sur, sólo sabía hacer eso. En el sur se encontraba ella, la misma que prometió volver con tan solo una sonrisa, esa que se llevó en un rápido y descontrolado caminar parte de mí; las palabras, el proyecto, las cartas que aposté con tanta vehemencia al cruel e implacable azar.

Meditaba un poco; El tiempo, esa vieja fábula que se desplaza quedamente, la puedo sentir en aquella parte que no tengo, que no soy. Traté de recitar unos cuantos poemas: Borges, Panero, Onetti, Lorca, Machado. Tan nobles invocaciones en vano, en vano porque nada lograba más que aumentar mi esquizofrénico deseo por tenerla a mí lado.

Quizás tardaría un poco, quizás el lugar al que se dirigía está ocupado, quizás se encontró con algún inesperado, el cual obligó a detener su paso: un viejo amigo, un perro rabioso, un recuerdo, una melancolía. Quizás encontró palabras que buscaba y ahora organiza para usar en su regreso, quizás se arregla para venir, o, quizás… Quizás no vendrá.

¡No!, cálmate, tranquilo, sólo han pasado unos cuantos minutos, no desesperes, paciencia, trata de distraerte un poco, disipa las dudas, evanesce las preocupaciones, observa las personas que pasan, las aves en el cielo, la música académica de fondo, las risas, la felicidad, la armonía, la belleza de un verde campus en que agonizan ideas, otrora tan vivas, ora tan inanes, vacías.

Recuerdo cuando la vi por primera vez, fue en uno de esos tristes días donde la naturaleza hastiada de su eterno girar, decide parar. Los árboles se arrugan más y deshojados eyectan al mar de cemento a las hermosas aves; estas ya no cantan ni brillan, el cielo vomita lágrimas que al caer sólo nos hacen recordar que el espacio está aún muy vacío.

Caminaba jovialmente junto a su grupo de amigas, ella, tan imponente sobresale ya sea con su presencia o su sombra, ya sea por su tez o su mirada, un poco distraída, un poco fija. Iba siempre riendo, reía por doquier, su aura encantaba al más triste de los hombres, droga sin contacto, droga a larga distancia, droga, éxtasis, exterminio con una sola palabra que jamás se cumplió…Volveré.

Rostro sobre rostro, contacto ínfimo con tus manos, tu corta falda, tus cortadas piernas, loable cabello al viento, figura, ¡Oh que hermosa figura!, ese extraño acento, mezcla de dialectos y costumbres ajenas, esas grandes gafas, tus ojos, tus senos, tu alma; tú, tú, tú, más que un sujeto lingüístico, quiero mostrar el infantil trabajo de las palabras, intentan mostrar algo que ellas no entienden, que ellas no son.

Quizás ella venga mañana, quizás se perdió en el camino, quizás sea tan sólo una piedra o un puente en su camino. Quizás el sur se apague, el cuerpo, su carne, se torne en polvo, se mutile las piernas, niegue a todos el amable gesto de vivir.

Taciturno y funesto regresaré, a la quietud del no-ser-contigo, a la imposibilidad, a la negación de ser feliz. Quizás, tan sólo quizás, mañana amanezca, pero ya no habrá ojos testigos que permitan declarar si ella vino, o, si fui a encontrarme con una cita adelantada.

-El Mutilado-.

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