EL
MAL DE TODOS MIS MALES
—¡Basta!
Quiero escuchar la tele— volví a gritarle. No entendía como no
podía seguir una maldita orden, no es como si fuera difícil. No le
estoy dando un estúpido sermón. Ella tiene cuatro malditos años y
ya debería entender una orden sencilla.
Volví
mi atención al programa que estaba viendo, la bebe se me pego al
pecho otra vez, parece que se había despegado de mi cuando me
altere. El dolor de cabeza se volvía cada vez más fuerte, deseaba
descansar por dos días enteros o de por vida, solo deseaba solo
recostarme y hacer pereza todo el día. El trabajo de hoy estuvo
pesado, demasiada gente fue al restaurante.
—¡Mamá,
mamá ya hice popo! — el grito provenía del fondo del apartamento.
Maldita sea, en qué momento se metió al baño esa niña.
— ¡Ya
voy! — me levanté lo más lento posible, le paso la bebé a mi
hermana. — Tenémela un momento, necesito ir a limpiar a esa
mocosa.
Mientras
le limpiaba el culo a la niña, me daba cuenta de cómo mi vida se
había convertido en una mierda. Pareciera que había tomado una mala
decisión tras otra. Sonó mi celular —¡Ve! Contéstame que ya
voy.
«¿Quién
sería a esta hora?»
Pensó
—Es
Alejandro— Dijo mi hermana. Perfecto lo que le faltaba a mi noche,
hablar con el papá imbécil e inútil de mis hijas.
—Pásamelo—.
Comentarios
Publicar un comentario
Tus comentarios enriquecen nuestra Biblioteca ¡Gracias por Visitarnos!