Los
vampiros ya no bailan salsa
La
invitación de Lucia fue un milagro; desde que el noviecito sube
fotos de paisajes europeos nadie sabía de ella. Hace mucho tiempo
Camilo y Dani no veían el cuadro de los Stefan, esos gitanos que
llegando a Cali el siglo pasado, montaron una chatarrería la cual
hoy en día, surte gran parte de los materiales de obra para la
alcaldía.
Al
entrar los decibeles juegan baloncesto en canastas de 3 metros y la
canaleta para el sudor se llena de bolsitas con cierre hermético,
evitando su llegada al desagüe. Lucía tan linda como siempre, su
tono de piel oliva resalta con sus fuertes rizos negros, y esos
ojitos de gato nocturno, siguen derritiendo a cuanta persona se le
atraviesa.
-Muchachos,
por ahí me dijeron que mantienen enrumbados a cada rato, la vida sin
preocupaciones pues. Ustedes son los propios para animarnos la
fiesta.
-Mira
que no, uno se pega sus fiesticas suaves, sus entonaditas, la vida es
pesada y el arriendo nos respira en la nuca a cada rato, lo
importante es que hay salud y tiramos pa'
adelante ¿No Danielito?
-¡Que
va! Fue lo mejor que nos pudo haber pasado, hace un tiempo nos
demoramos como tres días para llegar a la casa y nada de nada, como
si todavía viviéramos con nuestras familias.
-Ustedes
dos son un caso, no le digo. Ojo con el último escalón que es más
altico que el resto.
-Todo
bien, pero ve, ¿Para qué acá arriba? La fiesta está bien mela
abajito.
-¿Eso?
No mi niño, esa es la zona popular, los hijos de los empleados,
además siendo sincera tengo familia de visita, andan queriendo
conocer a mis amistades y ustedes son los propios, así todos libres,
sin que nadie los mantenga cuidando…
Entramos
y según Lucía, hoy en la tarde se fundió el foco, eso dijo antes
de ir a buscar un bombillo a la pieza de la empleada.
-Parce,
esta vaina no me agrada, esa vieja puede estar todo lo linda que
quiera, pero no me voy a dejar invitar para que finja que somos
buenos amigos.
-Deja
hombre, esto nos sirve, vaya y les caigamos bien y nos tiren un
trabajito, que tal que nos paguen el estudio como hicieron con Martín
cuando estábamos en noveno, toda la familia a otro país y todo por
ayudarle con las tareas. Yo te soy sincero, yo me sueño estudiando
todavía, sacando el título, viviendo con 3 perros y así, el sueño
clasiquito, la buena vida.
-No
jodas, ya estamos muy viejos, son 23 años que tenemos, madurá. Si
mucho el trabajo, pero que pereza andar por ahí todo el día con
camisa planchada y gel. Caminá más bien, nos regalamos una
botellita de whisky y nos sentamos en algún andén.
-Pero
la escondes vos, yo no voy a andar pasando pena con eso.
-Parejita,
vean no busquen más, aquí a la vuelta hay una piecita sin luz,
entren ahí y se comen eso tranquilos, sin ley.
La
salsa rompe la línea de la guaracha y reggaetón con su sonido, pero
todos están quietos mirando al frente, hay un tipo bastante familiar
bailando salsa. Dani y Camilo aprovechan y cogen la botella.
-Parce
¿Vos te imaginas la reacción de la familia cuando pillen a esos dos
follando?
-¡Ahg!
Eso les pasa por calenturientos y a Lucía por morronga. Pero sabes,
me tiene cabezón ese man que todos miraban, te juro que era igualito
a uno de los del cuadro de los Stefan.
-Que
va, puro cuento parcero, acá el problema radica en que los vampiros
ya no bailan salsa, simplemente perdieron el ritmo. Uno los ve todos
locos, drogándose con un poco de cultura ajena y desangrando a los
papás y sus cuentas bancarias.
Vos
Danielito estás muy llevado, muy tostado. Acá en Cali no hay
vampiros, la piel de porcelana pálida se les derretiría hasta con
la sombra del sol por la noche. Acá lo que hay son puros blancos
enrazados.
La
salida se las adorna la noche, el grito de espanto de los invitados
al ver a los furiosos comensales a los que les cambiaron los
platillos y la botellita de whisky.
Muy bueno ve, caleño por donde se le mire.
ResponderEliminar