RELATO
DESDE UN PSIQUIATRICO
Me
desperté, el cuarto se encontraba oscuro, desbloqueé el celular
ubicando mi dedo índice sobre el lector de huellas y sentí una
pequeña punzada, justo había hecho presión sobre una pequeña
herida que me había hecho el día anterior. Por el sueño no
recordaba cómo me la había, quizás con el examen de sangre para mi
documento de identidad, pero no, eso se curaba relativamente rápido,
había sido con una lámina entre el proceso de registro de mis datos
o de confirmación de mi estatura para mi documento. Confirmé la
hora y me dispuse a levantar de la cama. Encendí la luz y
posteriormente desbloqueé de nuevo el celular, esta vez con algunas
gesticulaciones del rostro. Qué maravillosa que es la tecnología –
pensé en voz alta.
Camino
a un encuentro con unos amigos, con los audífonos a lo que daban,
con un buen trap me puse a ver Fb, di algunos “me gusta” y dejé
comentarios en algunas buenas publicaciones, compartí algunos memes
o noticias de actualidad, actualicé el perfil con mis últimos
empleos, estudios, lugares de vivienda y edad, aprovechando el tiempo
libre, ya que un trancón me evitaba de nuevo llegar a tiempo a mi
destino. “Ok, noodle”, pronuncié, seguido de una consulta que
inmediatamente me arrojo un resultado en internet. Maravillosa
tecnología, volví a pensar. Ingresé a Ig para observar algunas
fotografías, ya que el tráfico nada que avanzaba, publiqué unas
fotografías de aquellos lugares que había visitado en alguna
ocasión junto al #TBT. Días aquellos que espero pronto vuelven, por
lo pronto quedaba solo remembrar y disfrutar del recuerdo. Revisé
algunas publicidades que me arrojaba alguna de las redes sociales y
luego entré a realizar algunas compras online, mientras el tráfico
seguía detenido. Recuerdo haber observado a través del cristal de
la ventana, algunas gotas se deslizaban por él, como queriendo huir
de algo o alguien, como si estuviésemos en movimiento, como si
venteara, como si en este infierno de ciudad lloviznara en verano o
venteara a plenas dos de la tarde. La gota desapareció, como una
vida sin sentimientos, sin compasión, sin alteridad, sin memoria,
rápida y sin hacerse notar, pero pronto desaparecieron una tras
otra, tras otra, hasta no dejar nada en el cristal, hasta desaparecer
el cristal, hasta desaparecer el bus, los transeúntes, el tráfico.
Desperté,
estaba a escasas dos cuadras de mi parada, traté de espabilarme lo
más rápido posible y me puse en píe para descender del bus. Avancé
hacia el lugar acordado y empecé a ver las caras conocidas, me
acerqué a uno por uno, pero ninguno me reconoció, todos me miraron
con cara de disgusto, de sorpresa, de rareza, incluso aquel que más
bien parecía mi versión joven, no mucho, pero algo más joven. Me
acerqué y le pregunté su nombre, quizás era un familiar que no
recordaba, pero no pude más que sonreír al escuchar mi nombre, a lo
que repliqué que en serio me dijese su nombre, a lo que mis amigos,
que ya parecían más sus amigos me dijeron que me fuera, que no
jodiera, que debía andar borracho, o drogado, a lo que dije que era
falso, totalmente falso, que si acaso se iban a hacer los güevones,
que la bromita no era chistosa. Me disponía a propinar el primer
golpe pa’afinar a esos hijueputas y que dejaran sus chistes
pendejos cuando llegó una patrulla de policía, de la cual
descendieron dos agentes que de inmediato se acercaron a mí
preguntando qué pasaba, a lo que respondí que “Estos hijueputas
acá chimbeando agente, nada para…” No había terminado la
oración cuando uno de mis amigos dijo que sí era grave, que yo los
estaba molestando,
que no me conocían, que jamás me habían visto. Muchos hijueputas,
pensé. El agente se dispuso a verificar los documentos y para mi
sorpresa, mi nombre no era ya mío. El escándalo fue tal, que me
diagnosticaron problemas mentales. Debí haberle preguntado dónde
compró la camisa que usaba, y que era igual a la de una foto mía de
hace pocos días. O debí haber notado el cambio en mi ropa en el
instante.
Comentarios
Publicar un comentario
Tus comentarios enriquecen nuestra Biblioteca ¡Gracias por Visitarnos!