La
madrugada de un septiembre
3:27
A.M
Derecho.
Ella
me estaba contando su teoría de cómo su cuerpo estaba muerto pero
no lo
estaba.
Las ideas se me cruzaban y empecé a recordar. A
la derecha.
Mi cuerpo iba y venía, mientras rebuscaba palabras en el interior de
mi mente. No encontraba nada. La teoría era que mientras su cuerpo
se movía, realmente no lo hacía. Su cerebro, me decía, estaba
fuera y se le había llevado el alma. Era
por la derecha.
La verdad es que lo estábamos viendo, estaba ahí, frente a
nosotros: una masa colorida con cuerpo de sombra. Fue
por inercia.
Dijo que no entendía cómo se movía. Me estaba yendo. Le dije que
eran
órdenes,
su cerebro frente a nosotros la estaba moviendo. De
todas formas, es lo mismo.
Había
luces, muchas luces. Siempre me gustaron las luces cuando había
oscuridad. Ya la había dejado de escuchar, sin embargo, me salían
algunos síes a ratos. Hay
más
semáforos.
Me acordé de la noche y de lo mucho que me gustan las estrellas.
Estábamos
caminando,
hablando, como siempre. No recuerdo mucho, las ideas se me cruzan. Mi
cuerpo todavía iba y venía. Nos sentamos en algún momento, sí.
Eran quizá las diez de la noche y me parecía que te veías hermosa.
No
importa a esta hora.
Cada vez que me reencuentro con alguien, empecé, me genera mucha
gracia. Todos somos conscientes de lo mucho que hemos cambiado.
Perdón, transformado. Y vamos por la vida fingiendo que realmente
nada ha pasado ¡qué tontería! Me repitió muchas veces, este
chico, que habían pasado años y yo sé que todavía veía a esa
chica de hace noséynomeimporta cuántos años. A
la izquierda. Pensé
haberte visto esa noche. Voy y vengo. Nos vimos esa noche, estabas
como
siempre. Yo no fingí que no había pasado nada, tu sí. Pasá
lejos.
Me acuerdo que alguna vez tuve que esperar tres horas, tres infinitas
horas, infinitas como el infinito que veo ahora. No me gusta esperar
pero me he vuelto muy paciente. Olvídalo,
no pasa nada.
A ella la hicieron esperar mucho, quizá fue eso lo que la destruyó.
Esperar destruye, me parece. Cuando uno espera demasiado todo se
oscurece, como el cielo que me ve ahora. No hay estrellas. En el
cielo de ella tampoco había ya. Creo
que aquí ya me ubico.
Antes de salir de casa había sentido algo, no puedo recordar bien.
Estamos cantando. Había sentido algo malo, quizá por primera vez me
equivoqué. Quizá fue porque ella no estuvo y no decidiste ir. Qué
bueno. Te
juro que no siento nada.
Atrás
hay alguien pero no habla. Y está bien, no puedo escuchar nada. Me
he vuelto a acordar, aunque no de lo importante. Estamos buscando,
ella busca sentir, él busca sentir, yo ya siento. No te voy a decir
qué estoy buscando. No lo entenderías. Por
el puente.
Está triste y parece que ha cargado con demasiado. Todos estamos
tristes. Ella hablaría del secreto para ser feliz. A ninguno nos
importa. Se siente triste hace mucho tiempo, lo sé. Las malas
noticias no le gustan a nadie. Yo
sé dónde estoy.
Aquí nadie sabe nada, por eso una madrugada de quién sabe qué día,
solos, pensamos en tirarnos de ese puente. Nadie dice nada. Todavía
cantamos. Todavía fingimos que su cerebro no está frente a
nosotros, que yo he dejado de escuchar y que él no deja de pensar.
Ya
vamos a llegar.
Quiero llorar pero la noche está muy linda. Él corre, ella habla.
Hemos vuelto. Llegamos.
A esta edad no hemos llegado a ningún lado. Abrí,
por fa.
Me acordé que te sigo contando cosas, incluso cuando ya te has ido.
Volví
pero me vuelvo a ir. Está bien. Cuídate.
Se han ido y yo también.
Comentarios
Publicar un comentario
Tus comentarios enriquecen nuestra Biblioteca ¡Gracias por Visitarnos!