Sebastián
¿Qué
es el amor? El amor es esa sensación de tibieza, de calma, de
bienestar que prosigue al frío desolador, a la nada, al vacío de la
soledad, cuando encuentras por fin tu lugar en el mundo y sabes que
todo estará bien, que eres tú de nuevo. Yo lo entendí cuando
conocí a Sebastián… ¡Cuánto ha pasado desde eso! En ese
entonces él ni se daba cuenta que yo existía, porque estaba
profundamente prendado de Lina, una amiga en común. La cosa es que
lo de ellos nunca prosperó porque Lina siempre estaba ausente, en su
propio mundo y sus cosas. Yo sabía toda su historia por boca de la
misma Lina y lo veía a lo lejos corretear por todo el campus,
buscándola en la biblioteca, en su edificio o en la cafetería. Esos
momentos sumados a las veces en que hablábamos de todo un poco
hicieron que fuera conociendo la real naturaleza de Sebastián, que
era dulce y considerado y que tenía esa idea del amor para toda la
vida, fiel y honesto. Yo siempre me he caracterizado por ser una
solitaria sin remedio, pero por alguna razón en ese momento me
conmovían sobremanera todos los esfuerzos (que no eran pocos) de
Sebastián por conquistar a Lina, y lo que en un principio fue la
empatía de un espectador distinguido con una historia romántica
cualquiera pronto se fue transformando en el anhelo secreto y cada
vez más fuerte de que alguien me quisiera del mismo modo, de tener
“mi propio Sebastián”.
No
sé cómo exactamente, pero mi deseo, como por acto de magia, empezó
a hacerse realidad: un día Sebastián me llamó para almorzar
juntos, luego nos quedamos toda la tarde conversando por ahí y en la
noche me acompañó hasta el paradero y no se fue hasta que llegó mi
bus. Los días siguientes fueron similares y se volvió una rutina
entre nosotros el pasar todo el día juntos. ¡Yo no podía estar más
feliz! Nunca se me pasó por la cabeza que él pudiera verme como
algo más que una amiga, en especial por lo que sentía por Lina,
pero una vez ocurrió no me detuve a preguntar, simplemente tenía
que dejarme ir y vivir lo que el destino me estaba proponiendo. De
eso ya han sido 6 años, pero a veces parece como si fueran tan sólo
unas semanas, pues Sebastián sigue siendo el mismo muchacho dulce y
tierno del que me enamoré: está pendiente de mis cosas, me envía
mensajes y me busca al terminar la jornada sólo para preguntar cómo
estuvo mi día. Cuando tengo un mal día siempre me abraza y me besa
en la frente, y me dice con una mirada indulgente: “No te dejes
vencer, tú puedes salir de esta”. Es tan paciente, aún me parece
increíble que estemos juntos.
Pero
nada es perfecto y a veces también tenemos malos días, días en que
la oscuridad nubla mi mente y trata de apoderarse de mi cabeza, días
en que, aunque Sebastián sea muy paciente y noble pierde el juicio,
y levanta la voz. Me dice que ya es necesario que reaccione y deje de
vivir de fantasías, que debo recordar que él tiene su propia vida y
debo dejar de interferir en ella, que Lina (¿Lina?) no está de
acuerdo con que siga visitándome y menos con que yo siga inventando
que tenemos una relación. Dice tantas cosas duras que me arde la
cabeza de escucharlo, mi respiración se acelera y quiero llorar
hondo, pero no puedo, no puedo llorar y no puedo respirar. Sólo
escucho un murmullo. Por un instante recuerdo la crisis, la clínica,
las múltiples recaídas; entonces Sebastián reacciona y se calma, y
de nuevo, con su mirada compasiva
me dice: “No te dejes vencer, tú puedes salir de esta”, siempre
lo dice, no pierde la esperanza de que yo lo pueda ver. Pero es
demasiado para mí el frío desolador y la nada que me cubren de pies
a cabeza, no puedo soportarlo, aunque trato y finamente me rindo.
Atravieso el umbral. Vuelvo a sentir la tibieza, la calma de lo
conocido. Respiro profundamente y lo miro, de nuevo vuelvo a ser yo.
Comentarios
Publicar un comentario
Tus comentarios enriquecen nuestra Biblioteca ¡Gracias por Visitarnos!