VI Concurso de Cuento Corto: BEBÉ

 



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San Isidro huele a bebé.


Los pasillos, el comedor comunal, las habitaciones compartidas y solitarias, los baños, las delgadas y gritonas enfermeras, los silenciosos enfermeros gigantes, los enfermos (aunque yo no estaba enfermo como querían hacerme creer). Las sesiones con los doctores, la sala de entretenimiento, el jardín, la sala uno, dos, tres y cuatro. Todas huelen a bebé. Lo único real en ese lugar irreal.


La esquizofrenia, la depresión, la bipolaridad, la anorexia y la bulimia también huelen a bebé. ¿Será el olor a bebé el que nos retenía en San Isidro? Y que en vez del prozac, fluoxetina, paroxetina, duloxetina y demás pastillas incoloras ¿Era el olor a bebé el que nos mantenía tranquilos?


Al salir de San Isidro el mundo no olía a bebé. Las calles, el bus, las personas, mi familia. Todos olían mal. Ni la azul fluoxetina olía a bebé. Todo era una mierda. Johnson baby. Crema, jabones, talcos, lociones, colonias, shampoo amarillo, transparente, rosado. Detergente en polvo, líquido, barra, suavizante para ropa. Por más que busqué, ninguno se acercaba al olor de San Isidro.


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Después de tanto tiempo aquí está. Tal y como lo recordaba. No es extravagante ni suave. Es perfecto. En medio de los gritos, las luces rojas, la sangre, el llanto, el dolor, aquí está. Bebé...


  • Hombre de 25 años. Intento de suicidio. Se le brindan los primeros auxilios y se contiene la hemorragia. Debido al corte...


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-Bebé...



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