VI Concurso de Cuento Corto: Una mujer se ha perdido

 


Para: Fille d’or.


Soy un hombre demasiado triste fue lo único que acerté en mi confuso pensamiento, atravesado por variopintos aromas, tiernas miradas, y, tras un accidental fusilamiento, poco pude hacer. Ella, luego de aquella ejecución, sólo callaba, adusta, con su triste belleza me invitaba a morir.


Se suponía que este sería un bello día compartido con la mujer que amo, el aroma a café danzando entre labio y labio, con su infante mirada, sus chistes de sala. Pero todo se oscureció con una frase, una sola frase, que, quizás para ella fue contingente, pero para mí, fue el disparo de gracia, el final del mundo, el temblor que derrocará mi imperio de amor.


-Si bien recuerdas, esta escena representa el mismo patrón de aquella vez en que nos conocimos; hablamos primero sobre nuestro actual estado, poco después te conté sobre mi obsesión por los olores y tú me dijiste que pensar tanto te atormentaba-. Dijo serenamente.


Poco pude comprender con esa evocación, pareció inane, quizás un acto fallido por no dejarnos morir en el silencio. Luego prosiguió:


  • ¿Qué pensarías si esta fuese la última vez? ¿Acaso no sería cómico que terminara todo donde también inició? -.


No hubo piedad, estas palabras estallaron mi cráneo, volaron por todo el lugar mis sesos, los pulmones lanzaron un fuerte suspiro, el corazón partido en dos siguió latiendo sólo unos segundos más, las piernas destrozadas no lograban sostener mi cuerpo, sentí desfallecer, estaba muerto, estaba tristemente roto.


Esta intervención no puede ser gratuita, pensé, algo quiere decir y no se atreve, algo esconde, algo llora, algo se entristece más y más.


No tuve nada que decir por varios minutos, callé como en un velatorio, no quería estar más ahí, quería huir, pero no tenía ninguna excusa razonable para hacerlo. Pedí a gritos que llegara el café irlandés y el vino tinto, así podría quebrar con falsa modestia este sepulcral silencio.


Mi voz se había debilitado, me dolía el pecho, quería morir, era predecible el desenlace, ella ya no quiere estar conmigo, el amor se ha acabado, es insoportable que siempre pase esto, siempre el mismo patrón de hechos, siempre la misma huida.


-Voy al baño, dame un momento, ya vuelvo-; le dije fingiendo estar normal. Caminé desfalleciente, quería salir corriendo, encontrar paz, despertarme si acaso era un sueño, volver a casa, ese lugar donde siempre estamos seguros de todo, menos de nosotros mismos. Lavé mi rostro, el cebo comenzaba a aglutinarse, mis labios agrietados sangraban, limpie la blanca baba de mis comisuras, arregle mi camisa, me senté en el inodoro cerrado, no sabía qué hacer, todo estaba perdido, no quería seguir jugando con estas reglas, ya me habían vencido con anterioridad y estaba cansado de perder.


Poco podía más que recordar lentamente, en hostil armonía, sus trémulos labios moviéndose, las fatales palabras surgiendo como un cuervo en medio de la noche. Ella querrá marcharse después de esto, es seguro que no volverá.


Pude escuchar debido a lo taciturno de mi lugar, la corta conversación que tuvo ella con la mesera, esta le preguntó sobre mí y ella respondió que volvería enseguida. Pobre, no sabe, no espera mi precoz adiós.


¿Por qué quiere marcharse?, ¿qué hice mal?, ¿quién interfirió? De seguro se hastío de este triste hombre de gacho caminar, de meditación huraña. Seguro se cansó de mis tercos oídos a la cadenciosa música, de mis refinados gustos, de mi exigente poesía. Quizás quiere un espacio más libre de dudas, con menos carga de absurdo, más valiente, más feliz.


Tenía que hacerlo pronto o ella se preocuparía por el desmesurado tiempo que llevo aquí. Saqué rápidamente de mi billetera una cuchilla, siempre la guardo ahí, la vocación suicida es previsiva. Alargué mi mano derecha, la que ella solía llevar en el diario caminar, tiré rápidamente en un corte vertical sin mirar. Me sentí mareado, escuché unos cuantos golpes en la puerta, ojalá hubiese sido lo último que escuchase, pero poco podía hacer para olvidar su voz de niña susurrando a mi oído.


-El Mutilado-



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