VI Concurso de Cuento Corto: La crueldad del silencio




Después de dos semanas sin comer mi organismo empieza a padecer el desgaste de los días en medio de esta habitación sin luz que palidece la piel oscura de mi rostro. Mis padres vendrán a verme en el horario de visitas. Juraré acabar con mi vida si no me llevan de nuevo a casa. El médico es quien da la orden de salida, dicen. Ahora solo deseo que se vayan para encerrarme a llorar. Al día siguiente me despiertan con un baldado de agua fría. Mi madre encontró en la cocina un cadáver colgando del cuello de su pijama. Mi padre, como un cobarde que abandona el barco que se hunde, en lugar de hundirse con él, salta al olvido para siempre.



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