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VI Concurso de Cuento Corto: Unos pocos buenos

 




En una tarde calurosa cerca al parque de las flores, en el barrio san Julián. Mancha y Mateo dos perros callejeros, amigos desde hace un año, salen a buscar unos trozos de carne o hueso en la carnicería donde atiende Don Luis.


Él carnicero en ocasiones guardaba cueros de pollo por si se aparecían estos dos amigos, Don Luis después de darles los cueros de pollo se agacha a acariciar a Mancha, el cual muy alegremente se deja acariciar, mientras que mateo siempre se muestra desconfiado. Luis al acercar lentamente su mano a mateo esperando a que el corresponda a la caricia, resulto siendo mordido.


Ambos habiendo acabado de comer se van y deciden tomar el sol cerca al parque. Al estar echados recibiendo el sol, mateo se dirige a mancha para hacer una pregunta:


  • Sí eres consciente de que los humanos son crueles ¿Por qué te permites ser acariciado por el carnicero?


  • Él ha sido bueno con nosotros, nos permite comer de los huesos y trozos de carne que sabrán, además de guardarnos comida de vez en cuando.


  • Mancha ¿No has escuchado lo que dicen en las calles? Nos matan y nos maltratan por gusto. Los muy malditos son unos hipócritas, aman a los perros que tienen en casa y a nosotros nos matan.


  • Eso es verdad, pero entre tantos hombres malos hay unos pocos buenos.


  • No me salgas con esa mierda, a mi madre la mataron a palo y a mí me han corrido a machetazos por velar un poco de comida. Así que a otro perro con ese hueso.


  • Mateo te falta corazón, no seas como los gatos. ¿Sabes por qué el barrio se llama san Julián? Te contare.


Hace años san Julián, era un lugar de gente pobre, habitantes de calle y gente mala.


El barrio tiene su nombre por un habitante de calle llamado Julián, era un hombre muy reconocido del sector, muy querido también. A pesar de su lamentable situación de calle era todo un caballero, se dedicaba a recolectar chatarra, con lo poco que ganaba comía él y el resto lo guardaba para comprar alimento para los perros del sector, la verdad es que el no ganaba mal, si él quería podía haber organizado su vida poco a poco, pero él se aferraba a su gente, a sus amigos del barrio y sus amados perros.


Lo que hace de este hombre memorable es su sacrificio y devoción por los suyos. Esté parque en donde los niños juegan y nosotros tomamos el sol, fue una idea llevada a cabo por él. Resulta que en lo que era san Luis, no había un lugar donde los niños pudieran distraerse de su pobreza, de la violencia y la falta de oportunidades. El a punta de chatarra logró generar el suficiente dinero como para llamar la atención de la ferretería y soldadores para las estructuras de metal, él en su tiempo libre ayudaba en la construcción. Él no era tonto, sabía lo que hacía.


Cuando quedo construido el parque con los días un grupo de jóvenes quisieron tomarlo como espacio para comercializar droga. Esto no detuvo el sueño de Julián de que ese espacio fuera el generador de alivio de los niños así que el cuidaba del parque con una barra de metal y algunos perros que le hacían compañía por las noches. Logró muchas veces ahuyentar a esos pandilleros, pero cada vez eran más. El amor de Julián por su gente contagio a los otros habitantes de calle y cada vez eran más los que cuidaban el parque. Con el tiempo en el barrio no hubo robos, pandilleros, ni drogas.


Un corazón lleno de amor, es contagioso.


  • ¿Y qué paso con Julián?


  • Murió, un día lo encontraron muerto en el parque, mientras abrazaba a uno de sus perros. Llevaba meses enfermo.


  • ¿Y ya? ¿Qué sentido tiene su esfuerzo si termino muriendo como un perro?


  • Su nombre no fue olvidado y aquel parque, hermoso y bien cuidado, está lleno de flores en su nombre. Había una frase que él decía.


Un poco de amor puede curar un corazón lleno de odio.



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