VI Concurso de Cuento Corto: EL PINTOR

 



Con una sillita y un lienzo, el pintor se sienta en una habitación, de ubicación desconocida para cualquier humano excepto para él. El pintor se fija que donde va a pintar ya está manchado, como si alguien le hubiera dado pincelazos, ve con desconfianza su color, no le gusta la tonalidad al pobre pintor, como un alma joven y rebelde; con su pincel, brocha y escobilla, empieza a rellenar los espacios en blanco, poco a poco que va rellenando el lienzo de color, se fija en el frígido color blanco que tiene la habitación, ya no solo le molesta que el color de los pincelazos esté en el lienzo, ahora le irita que su alrededor no sea colorido. Por cual tonalidad podría cambiar el esquicito y puro color blanco, era difícil decidir, el ambiguo azul, bello color de los mares o el picante rojo, color de furia y sangre, pero también de pasión y anhelo; es tan difícil decidir cuándo se trata de colores, más si estos conllevan emociones y acciones.


Empezó a pintar sin cesar toda la habitación, cuando termino, se preguntó “¿Ahora qué voy a hacer, no hay nada más en este lugar?” pero de repente, sin esperar ningún aviso ni visita, se escuchaba una voz que con tenacidad dijo <No hagas eso, pintar la habitación ahora sería un error> todas las paredes y el lienzo empezaron a llorar, el color se desvanecía poco a poco. El pintor ya con tranquilidad se sentó en su silla, con los ojos cerrados, suspiro y pensó “pero al menos no tendré que ver esa mancha sucia que hay en el lienzo” pero cuando abrió los ojos presencio como solo sobrevivió su disgusto, al ver que esa mancha en el lienzo no se había quitado.


  • ¡¿Qué está pasando aquí?! - Resonó su vos en toda la habitación, pero solo se escuchó el silencio absoluto ¡maldita vos, que me has ilusionado! Grito con todas sus fuerzas. Pero se le ocurrió que, si no se iba a quitar la mancha, lo cubriría, con varios pinceles en su mano, pasaba capa tras capa de color, pero siempre tenía el mismo final, desvanecerse sin remedio. Era una tortura no poder quitar la mancha de pincel que le acongojaba, pensó en romper el lienzo y así lo hizo, pero era prácticamente imposible.


La voz hizo de nuevo presencia, pero esta vez con firmeza y autoridad, mencionando que ya casi hora, de que él Pintor abandone la habitación, para poder estar con los suyos, para poder cumplir su propósito de esta existencia. Las paredes empezaron a derrumbarse, haciéndolo flotar en un lugar practicando inexistente, algo similar al origen de la vida. El Pintor cerro sus ojos un momento, se sentía extraño, paso un buen rato ahí, hasta que abrió sus ojos poco a poco, escucho a alguien que estaba llorando, se demoro mucho en saber que era él quien lloraba, porque ahora él estaba en algún lugar del universo.


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