VI Concurso de Cuento Corto: Champiñón

 




       

Deja que los coches te salpiquen

cuando pasen

que mojen tu risa

con su puta prisa, antes de morder...

 

Estopa

 

(Es lunes)

―Su recibo.

Se retira sin lisonjearla.

Podría vender su casco. Piensa en escribirle a su socio.

Él no se lo compraría, pero le advertiría que un conductor perdió la vida el domingo en una maniobra similar.


Su socio queda, momentáneamente, descartado.


(No merece saber que estuvo a punto de coger con la facilonga del mostrador de rentas del municipio ni que el sábado casi muere)


Su socio le discutiría que un Shaft roto costara tanto. Y él le farfullaría que los rayones le aportan estilo particular o algún otro motivo rápido para que se lo compraran aunque fuera con cara de pocos amigos.


Apresuradamente contempló poner al corriente al amor de su vida, que la noche anterior le había dicho que lo llamaron del casino para avisarle que le habían levantado el veto y que el jackpot estaba en 5 millones.


(―Te llamaron del Gato Negro.

―.

―Que ya te levantaron el veto que te pusieron.

―.

―No me habías dicho que te gustaban las apuestas.

―No me gustan.

―También dijeron que el jackpot se lo sacó un cliente que conoces.)


La reminiscencia del recado lo apesadumbraba.


Volvió a pensar en la servidora del departamento de rentas del municipio. En el párroco que habría podido casarlos, en su exmujer como potencial madrina de bodas y en su socio como el potencial de un miserable.


(por acusarle de lo menos).


A Julieta la recogió un sujeto prudente a las 6.

 

Pero él nunca sabrá que ella habría podido ser el amor de su vida ni que el párroco que los habría casado se retiraría del sacerdocio al mes siguiente porque se había hartado de escuchar las confesiones de personas menos inmorales que él.


(Tampoco se le ocurrirá jamás maldecir a ese sacerdote).


Junto al Shaft se hundió en los tímpanos los versos de una canción elíptica española y, antes de oprimir starter, anotó en el revés del recibo la frase de uno que lo puyó: ...esa manzana envenenada por un jodido martes. Después no recuerda bien por qué rememoró lo jodidamente bueno que era Góngora para pullar ni su hazaña con la luz roja.


(Detenerse es talento).


La cabeza grisácea de un hongo pestilente ha asomado por una de las hendijas de la rejilla de desagüe de su ducha.


―.

A su socio no lo convencería de la aparición del retoño ni retratándolo. (Los miércoles toca corbata azul), tampoco encuentra el paraguas que le regaló su hermana. Sin resignación se aboca en su traje de lluvia.


(starter).

Exégesis

(o cortesía del editor)


Si un lector reticente al arte de conjeturar mientras imagina las historias que lee, llega a no familiarizarse con esta fábula, tiene a su disposición estas tres alternativas que el autor adhirió, paranoicamente:


Comuníquese con Arturo Pérez Reverte o con cualquier miembro de la RAE y solicite

un criterio semiótico de la diégesis. Evite mencionarme. (Los contactos de la RAE se encuentran disponibles en su website)


Relea hasta lograr una conjetura placentera.


Si las sugerencias anteriores no lo entusiasman, entonces le ofrezco mi intuición, pero corremos el riesgo de disentir: este es el caso de un hombre que no tuvo a quien contarle su problema.



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