VI Concurso de Cuento Corto: Brown y Noah





"¡Apunte bien y dispare!",


Le gritó el comandante al temeroso recluta—, "¡Esos actos no se admiten!",


Sollozando el novato, tembloroso le apunta.




[...]




Dieciocho años que cumplió


y tendrá que enlistarse en el cuartel militar, como un asustado joven


pasará en las tinieblas deteniendo el pensar.




El ejército requiere


de la audacia, la fuerza, la osadía y el vigor.


Noah siente que carece


de esos rasgos banales de distinta afición.




Noah tiende al vanguardismo:


le apasiona la danza, la de ritmo ligero, quiere ser un bailarín


de alta clase y atractivo, de imperante respeto.




Se burlan de él por sus gustos; abuchean su paso, carcajean su esencia. Pero Brown queda flechado:


encontró semejante de su fina apariencia.




En un rojizo crepúsculo


se encontraron debajo de un frondoso naranjo; como un lago de emociones


las miradas hablaron, sus almas se juntaron,




Sus uniformes sobraron:


el viento se mezclaba por sus torsos desnudos,


la lascivia se extendía:


poco a poco sabían sus deseos profundos,




era un baile singular,


¡vagaban dominantes por todo el universo,


amándose fugazmente,


haciendo con certeza las ilusiones de Eros!




Fueron "uno" en un instante,


sus labios retozaron con álgida pasión.


El ocaso fue testigo


de un encuentro divino, de un ilícito amor.




Escucharon un silbato:


los focos de la guardia alumbraron el lugar;


el cantón los insultaba,


desnudos los dejaron en la plaza central.




Fueron víctimas de escarnio,


Los soldados juzgaban a través de sus ojos.


El coronel sentenció


A un atroz incidente que alejará a los novios:




Le pasó una carabina,


"y con ella de un tiro lo tendrás que matar".


"¡No pienso accionar el arma!",


respondió trastornado el raso a su general—.




"¿Está desobedeciendo?


¡Entonces su discordia me dará el privilegio


de ejecutarlo al instante!",


Le situó su revólver diagonal al cerebro—.

"¡Apunte bien y dispare!",


Le gritó el comandante al temeroso recluta—,


"¡Esos actos no se admiten!",


Sollozando el novato, tembloroso le apunta.




"Hazlo y no lo pienses más",


le dijo Brown, sereno, al despavorido Noah.


"prefiero morir sabiendo


que vivirás alegre, bello, cual amapo..."




El mundo se partió en dos


cuando el estruendo de un revólver se acrecentó.


La vida de Brown cesó


en un disparo justo al ras de su corazón.




Todos quedaron callados


mientras Noah lloraba devastado en el suelo,


arrastrándose hacia Brown,


buscando su sonrisa, sus pecas, sus hoyuelos.




"A este"—dijo el general—,


"Entiérrenlo en el bosque y recen diez padres nuestros".


"A este otro"—prosiguió hablando—,


"¡Arrástrenlo hacia el centro, que lo dejaré tuerto!".




Poco a poco él observaba


como de forma burda empujaban el cadáver;


le dolía más su pecho


que cualquier sufrimiento a su abatido semblante.




El coronel con sevicia,


Ató sus cuatro miembros y sujetó un piolet,


apuntó a su desconsuelo:


Le arrancó su mirada con sádico placer.

Cuando terminó el castigo


las enfermeras fueron a sanar sus heridas.


Lo encontraron inconsciente


con un par de lágrimas en su única pupila.




Desde aquel oscuro día


cinco noches en cama tuvo que padecer,


mientras por su habitación


veía el escenario donde murió su ser.




En un lúgubre crepúsculo


le pidió a su enfermera le dejasen salir,


"un cambio de ambiente"—dijo—


"para mirar las aves que pasan por aquí",




se escabulló al cobertizo


buscando un utensilio de grosor y de esparto,


que le sirva en su trabajo


de buscar el reposo infinito de su llanto.




Volvió al lugar de recuerdos


donde había querido, deseado, adorado.


A pesar de sus dolencias


sacó la fuerza para poder lograr su encargo,




"Ya nos veremos de nuevo...


(debajo del naranjo, se echó una soga al cuello),


...¡y te querré para siempre!"


(Amarró a su homicida al ramaje más extenso).




Tomó impulso, y... levitó...


Se suspendió en el aire como si fuera un péndulo; sin importar el temor


tuvo la valentía de no ser tan incrédulo,

de borrar las sensaciones,


de dejar este mundo nostálgico e insensato:


por si existe otro lugar,


buscar esa persona que había amado tanto.




En sus últimos momentos


Noah pensó en su madre: "perdón, mami, por esto, pero será lo mejor".


su rostro tornó un gesto y pasó a un lívido intenso—.




Muy cerca de ese lugar,


una cruz de dos ramas cuidaban un difunto,


y en el centro de aquel sitio,


Un grupo de amapolas marchito, guardó luto.



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