En el preciso momento en el que observe con mis propios ojos a una
vaca volando, solo había un pensamiento
en mi mente “creerán que estoy loco, pero, si de verdad estoy loco ¿es porque creo que estoy loco, o es porque
las vacas vuelan?” varios pensamientos redundantes y caóticos revoloteaban en
mi mente, como si de verdad mis neuronas fueran
el revoloteo de miles de alas de mariposas, como si mi mente estuviera
rota, como si mis pensamientos
estuvieran tan dispersos como para poder encontrar el mínimo atisbo de lógica, “¡¿desde cuándo las putas vacas
vuelan?!” no había otra cuestión que inundara mi mente, miles de pensamientos me apuñalaron en
mi psique como si miles de aguijones de
avispas se empeñaran a atentar contra mi pobre mente desvalida y rota,
rota por culpa de las personas que crean
que estoy loco “¡¿Qué creerán de mí?!”, “¿Qué pensaran las personas de que alguien como yo vio eso?” “¿la
sociedad está preparada para saber que las vacas vuelan?”, tengo miedo, miles de ojos me
observan, preparados para juzgarme con gran
violencia y brutalidad contra mi imagen “¡JA! Este puto loco ya cree que
las vacas vuelan ¿Qué sigue? ¿Qué la
tierra es el centro del universo?” pero no soy un ignorante, se lo que vi, se que como seres humanos no somos el
centro del mundo, sé que como producto de
nuestro frágil y miserable ego, provoca que nos creamos mas de lo que
somos, eso es lo que me preocupa y si
las personas no me creen ¿qué voy a hacer?, mientras que mis pensamientos se sepultan en el crepúsculo profundo
de la noche, enterrados en las cavernas
más profundas de mi cerebro, esos pensamientos salen revoloteados y
disparados más rápido que mis propias palabras, en las noches más profundas me
dan ganas de gritar lo suficientemente
fuerte para que me escuchen “¡NO ESTOY DEMENTE!”, pero, aunque grite lo mas fuerte posible, mis gritos de
socorro, se pierden en las ventiscas más helados de las noches mas oscuras.
Odio y desprecio es lo único que me marca en la sociedad, es lo
único en lo que destaco como ser humano,
mi empatía y amor fueron enterrados, cuando decidí sepultar mis pensamientos en estos textos hace muchos
años, cuando me di cuenta, seguía viendo los
mismos paisajes bizarros de siempre, una inundación de sobre
pensamientos, me sepulto, “¿es correcto
que intente demostrarle al mundo, que las vacas vuelan?”, no, la verdad es que no, es decir, el arte como tal es muy
subjetivo en esta época moderna, a nadie le
importa las pobres ideas de un diablo desamparado por la sociedad, los
auto denominados artistas literarios
como yo que creemos podemos cambiar el mundo con palabras, pero nuestro poder se acaba cuando las personas
dejan de leer nuestros pensamientos plasmados
en el papel, ¿para qué me intento esforzar en una vida tan injusta, si
soy consciente de que aunque me proponga
metas ridículamente exageradas, la palabra que suena como mi padre nuestro es “lo hare mañana”?, dichos muy
viejos vaticinan que “no dejes para mañana lo
que puedes hacer hoy” yo deje “no hagas hoy, lo que deberías de hacer
mañana” probablemente una burda excusa
para justificar mi irresponsabilidad injustificable.
Un fatídico domingo 5 de
abril del 98, en una granja muy lejana acompañado por uno de mis mejores compañeros de vida, Hugo, sus
palabras delataban mas que su experimentada
vida en el ganado, le pregunte a Hugo “Hugo, ¿creerías que estoy loco si
te digiera, que las vacas vuelan?” Hugo
respondió de forma contundente “Andree ya hemos hablado de esto,
por favor responde mis preguntas como te lo indico”, parpadee un
momento, “¿crees que las vacas vuelan,
andree?” intente esconder mis mas que evidentes delirios, respondí, “no, las vacas no vuelan”, Hugo acertó con la
cabeza, se levanto de la silla, y cerro la puerta al
salir de la habitación blanca, “encierren al paciente, andree
Martínez, código 199-1 cree que las
vacas no vuelan, las vacas voladoras se descubrieron en el 1997,
diagnostico: esquizofrenia, pobre
diablo, al final todos estamos locos, algunos sabemos disimular mejor, otros convierten su locura en su propio
teatro”
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